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sábado, 27 de diciembre de 2014

Emigrar, hasta pronto Tierra de Gracia


Lamentablemente en el país la realidad económica y social que se  vive y vislumbra no promete nada bueno. Por primera vez en nuestra historia, el venezolano se ha convertido en inmigrante, miles de adultos jóvenes están saliendo del país. Lo más triste  del asunto es que quienes se van son la fuerza productiva trabajadora calificada (jóvenes con título en mano y especialistas). Salen por multitudes, casi cual migración de pájaros en cambio de estación,   debido a la falta de empleo o al salario empobrecido por la mega inflación.

Frente a una realidad prometedora de quienes ya están afuera con trabajo estable, seguridad y progreso, los que no emigramos nos asemejamos a los judíos que no pudieron entrar a la Tierra Prometida. Lo triste del caso es que Venezuela era conocida como la Tierra de Gracia. Por sus a paisajes, sus riquezas, su clima, y sobretodo por la calidez y familiaridad de su gente. Fuimos conocidos como un país de oportunidades, donde se podía vivir bien (del verbo ya no) y los venezolanos carecian de xenofobia (rechazo al extranjero). Miles de extranjeros vinieron e hicieron de esta tierra su Tierra, mezclándose con nuestros antepasados y produciendo este fenotipo tan característico en nuestra población.
Quien ha recorrido la geografía de nuestro pais sabe que la familiaridad del venezolano es una bondad características de nuestro gentilicio. Personalmente, por  trabajo y placer (que muchas  veces van de la mano) he tenido la oportunidad de conocer gran parte del territorio nacional y en todas las regiones  en mayor o menor medida las personas te hacen sentir en casa, en familia. Hacen del todo nuestro territorio nacional un gran hogar. Tristemente no es así en otros países. De esta idea se desprende un cuestionamiento: No sé, si es el apego a mi tierra lo que me inhibe de emigrar.

En cuanto a emigrar o no, lo cierto de quedarse y labrar un futuro donde al parecer no hay un buen futuro, exige de quien se queda tanto o más coraje como de que emigra. Si bien el futuro lo escribimos cada uno de nosotros, la realidad circundante nos va moldeando.   El gran escritor francés Víctor Hugo escribió que  El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.  Ésta frase es una daga que me interpela, pues muchas veces me ha tocado salir de mi zona de confort y aventurarme en nuevas experiencias, aunque al inicio siempre genere un conflicto, la nuevas etapas en la vida siempre son riquezas. Ya sea emigrando y dejando el corazón atrás, ya sea quedándose en el país con la ansiedad de quien camina en la cuerda floja, lo real e inmediato es que no podemos seguir siendo los mismo y tenemos que ahora más que nunca labrar nuestro futuro.

Gustavo Córdova Rodríguez
Filosofo y Educador


jueves, 6 de noviembre de 2014

¿Qué me apasiona?

¿Qué me apasiona?

"Trabajar mucho para algo que no nos importa se llama estrés. 
Trabajar mucho para algo que nos encanta se llama pasión"
S. Sinek



Los enamorados saben de más que es sentir pasión,  pero antes de ilusionarnos con un escrito romántico, les adelanto que la pasión de la cual hablaremos aquí tiene que ver con la vocación de vida. La Real  Academia Española, en una de las diversas acepciones define la pasión como "apetito o afición vehemente a algo". 
La pasión implica un movimiento del ser hacia la acción. Pero es una acción  que motiva y agrada. En estos días un joven me contaba que estaba estudiando  Derecho porque sus padres les habían dicho que era lo mejor para su futuro, pero el no sentía  pasión  por la carrera que estaba estudiando, en cambio sin que lo dijera era evidente que es un músico  nato, toca guitarra, bajo, percusión y todo ello sin mayor problema, se le hace fácil y su conocimiento musical lo ha adquirido prácticamente de manera autodidacta. Le pregunté qué le realizaba más, la repuesta era clara:  la música por supuesto. Él mismo se había  preguntado  por qué  estaba estudiaba derecho.



Hace unos años  tuve un alumno,  su nombre era Brayan. Era un buen muchacho, aunque no era muy aplicado en los estudios. En el salón de clases era muy pasivo (pasaba inadvertido muchas veces)  y de personalidad distraída,  claramente los estudios no le motivaban. En una oportunidad, fui con  mi esposa a  una presentación de mis sobrinas con su escuela de danza. Diferente núcleos de la escuela se presentaron  y grata sorpresa recibí, cuando veo que  Brayan era instructor de Pop y estaba bailando con  sus alumnos. Fue una excelente presentación y una muy buena coreografía. En la clase siguiente, lo abordé con la típica pregunta que le hacían  a menudo por estar cursando su último año de bachillerato: ¿Qué  piensas estudiar?  La  respuesta fue el muy común  no sé. Estuve un rato hablándole sobre lo que significa estudiar y trabajar en aquello que nos apasiona y la realización  personal que  ello conlleva.  Le animé a descubrir que era lo que en verdad le apasionaba, pues en el escenario, presentando la coreografía manifestaba a través del baile, los gestos y la emoción que el artista tiene que trasmitir que estaba en el sitio indicado, estaba haciendo lo que le gustaba, y le motivaba, lo que en verdad le apasionaba. En la actualidad es difícil saber que ha pasado luego con él, sólo espero que haya seguido profesionalizándose en el baile y no sea como el común  de los mortales que trabajan en algo que no les satisface y por ello el viernes es el día más anhelado y el lunes el más  aborrecido.

Es tan común ver y escuchar a personas cercanas quejarse de su oficio o profesión. En cambio, cuando los  artistas están promocionando una nueva producción  discográfica, una nueva obra de teatro, película o cualquier otra manifestación de arte, siempre coinciden al decir que tienen la dicha de trabajar en lo que les apasiona y de paso además por ello les pagan.

Que bueno  sería escuchar más  a menudo esa frase en boca de toda clase de profesionales y trabajadores, pero  la realidad es que frecuentemente el trabajo cotidiano dista para muchos de su pasión de vida. Recientemente una profesora que quiero y aprecio mucho, escribió en un comentario de un artículo  de este blog (Si volviera a nacer) que ella esperaba con ansias  el inicio de clases para empezar de nuevo a enseñar  a sus alumnos y me consta pues ella respira la Filosofía y cuando habla incorpora a sus estudiantes en una atmósfera de conocimiento y de construcción del pensamiento, como pocos docentes lo saben hacer. Eso es pasión, eso es realizarse en lo que uno hace.
     La pasión por nuestra profesión u oficio, tiene otro aspecto además de la realización personal y es la comunicación de lo que se hace con el fin de ayudar a los demás (entre otras cosas) a conocer más y a descubrir a través del testimonio de personas realizadas su verdadera pasión. El gran científico y divulgador de la ciencia Carl Sagan decía que  no entendía que si los enamorados comentaban a todos acerca de su amor, cómo puede haber científicos no sean divulgadores de la ciencia, y esto dicho por Sagan , aplica  a todas las profesiones. 
Los jóvenes mencionados al inicio,  están en proceso de descubrir que les apasiona o en la diatriba de aventurarse a entrar en el viaje por arriesgarse para  hacer lo que que en verdad les apasiona, dejando atrás las críticas de sus allegados (familiares, amigos, entre otros). Por otra parte mi profesora y Sagan son testimonios que trabajando en lo que nos mueve, nos impulsa, nos apasiona; nos sentimos realizados y motivados a compartir esta grata vivencia de crecimiento constante y satisfacción personal con los demás.  Por eso, no está  demás  preguntarnos: ¿Qué me apasiona?

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador

domingo, 26 de octubre de 2014

Mal diagnóstico

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En un mundo donde los síndromes  y trastornos están las orden del día, es más  fácil  dopar un niño que acompañarle  en su proceso educativo. Los niños  siempre han corrido, siempre  han sido inquietos, pero nunca han sido tan estimulados como ahora. La internet, los programas educativos (y también los violentos), los dipositivos electrónicos llenos de aplicaciones, los videos juegos y pare de contar. Con toda esa información  y tecnología en sus cerebritos, les produce un choque existencial al llegar a la escuela y estudiar en un  salón  de clases y que mantiene  la misma estructura  de aula (o jaula) que no ha sido modificada  en siglos, con los pupitres inmóviles, la pizarra que dista mucho de ser interactiva, y unos maestros  que algunas veces parecen más generales de tropas, que pedagogos. Con toda ésta realidad, hay más  de un niño que se aburre y hace aquello por lo cual cuando era bebé  estabamos orgullosos, caminar y hablar. El problema es que  lo hace en el salón  clases y la educación  como está  concebida  en la actualidad   no lo permite. Es entonces cuando se diagnostica el TDAH, Transtorno de Atención  e Hiperactividad.

Tengo un amigo -con el cual compartí  varios años en mis estudios universitarios-  que es artista plástico y digital. Era impresionante  disfrutar su percepción del mundo. En las materias que se aburría se las pasaba pintando, pero si el profesor le preguntaba contestaba como quien está  tomando apuntes  con suma atención.  En la actualidad sigue ejerciendo el arte, da conferencias, es una eminencia en las redes sociales, y como persona altruistas ha hecho mucho bien. Gracias a Dios no estaba de moda el TDAH, porque lo hubieran dopado y sería  otra la historia.

Otro  amigo, desde siempre ha experimentado una alegría constane en su vida, él  la describe como un estado de emotividad casi permanente ,  por tal razón  se le ha hecho  fácil  encontrar  lo bueno de la vida. La sonrisa forma parte de su rostro, y se le hace fácil sacar risas de quien se tropiece  con él.  En  la actualidad es escritor, educador, dicta cursos, conferencias. Le apasiona la docencia y sus alumnos  disfrutan su presencia y sus clases, a tal punto que les escriben  cuando se ausenta. Me contó que en una oportunidad, cuando tenía quince años,  iba a ingresar a una institución que era muy exigente y aunque había  pasado todas las pruebas, el rector de la institución  le dijo a su padre que estaban pensando si  dejarlo  entrar o no, porque era muy travieso y hablador. Su padre enfáticamente respondió que si pensaba cambiarle la personalidad  a su hijo,  era mejor no dejarlo entrar, porque su hijo  con su forma de ser, no le hacía  daño  a nadie. El papá  sin premeditarlo sentó  las bases de una personalidad libre y desinhibida. Que bueno que no estaba a la orden del dia el  TDAH,  mi amigo llevaría  alrededor de 18 años  consumiendo  tranquilĺizantes.

Ahora bien, desde la ignorancia  que me caracteriza  ( Sólo  sé que no se nada, diría  Sócrates), disto  mucho del TDAH, considero que la educación debería  acompañar  a éstos  niños que son especiales, que tienen un pensamiento  acelerado, que no pertenencen al monton, con estrategias  que les lleven a encontrarse con su pasión en vez de estar dopándolos con medicamentos para que se queden quietos. Me pregunto será que en el futuro el TDAH, será  estudiado como otro error de la ciencia, así como hoy vemos la lobotomía?

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador


PD. En una página  pro TDAH aparece personajes con éste  síndrome: Michael  Phiels  (múltiple medallista olímpico  en natación), Albert Einstein  (me suena el nombre, pero no encontré información acerca de ese señor), Leonardo Da Vinci (la mente más  prolífica del Renacimiento, anatomista, arquitecto, pintor, inventor, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, musico, poeta y urbanista. Si paso por alto algún  oficio, que me perdone Da Vinci), Tomás Alva Edinson (conocido por ser el creador de la bombilla eléctrica, pero además posee el mayor número  de patentes registradas, era conocido como el Mago, por su capacidad de inventiva). Sólo nos queda darle gracias a Dios que no fueron estigmatizados con el TDAH, porque otro sería  el mundo si esas mentes e inteligencias magníficas las hubieran mutilado con medicamentos tranquilizantes.

viernes, 10 de octubre de 2014

Docencia, hipnosis y estímulo

Docencia, hipnosis y estímulo.


En algún momento  de nuestra  infancia descubrimos la hipnosis en alguna  película, dibujo animado o serie, en la cual se utilizaba el control mental como argumento para dormir  a una persona o poseer el control de su voluntad.
Hay seres que poseen la capacidad de hipnotizar a las multitudes y no estoy hablando de los magos y prestidigitadores, hablo de algunos maestros que apenas abren su boca logran que sus alumnos entren como por arte de  magia  en estado de letargo, o dormición.

Siempre me he preguntado ¿es que estos maestros no se dan cuenta que el  público (alumnos) se están durmiendo? Es notorio que hay veces que uno como alumno ha pasado mala noche o está enfermo y tiende a realizar el famoso cabeceo, que es el movimiento oscilante y no premeditado de las personas que entran en un proceso de sueño estando sentado. Pero específicamente me refiero al hecho de aquellos profesores que parecieran tener un profundo somnífero en la garganta, pues no han terminado de dar su saludo de entrada a la clase, cuando más de la mitad de los alumnos se encuentra luchando con el sueño.

Yo he tenido más de un docente así y a ellos les doy gracias,  porque soñé mucho en sus  clases. En el siglo XVIII , Goethe escribió "la juventud quiere mejor ser estimulada que instruida". Cierto y profundo el pensamiento de este literato, pero a la vez es triste que tres siglos después, quienes trabajamos con jóvenes todavía no le hagamos caso.

Cuando hablamos de estimular, pensamos bien en incitar, ayudar para que algo suceda, mas sin embargo, la primera definición de la RAE tiene que ver con su raíz latina, y es aguijonear, pichar o punzar, ese es el verdadero estímulo. Un docente estimula cuando con sus palabras, con sus gestos, con su vida pincha en el pensamiento de sus alumnos para que se activen y entre en el movimiento del pensar, del descubrir, del hacer. Eso lo hizo Sócrates, a través de la mayéutica (el arte de dar a luz a las ideas), eso lo hizo Jesús con sus discípulos, hablándoles en parábolas y eso lo hacen los grandes maestros que disfrutan dando clases y quieren que sus alumnos encuentren la verdad por sí mismos. Sólo se estimula, cuando (a) los alumnos hacen conexión emocional con el docente (que los alumnos reconozcan al docente como una persona que les importa sus pupilos), (b) cuando el docente tiene autoridad, y no hablo de poder sino de la autoridad de quien como Jesús lo que  decía  lo hacía, (c) cuando el docente posee buen humor y en su clase sin ánimo de convertirla en un circo, es para los estudiantes un espacio donde se disfruta aprendiendo y (d) cuando el alumno se siente persona en ese espacio de aprendizaje, donde él  importa, donde no es un número más, donde no es una calificación, donde no es un cliché o etiqueta, en ese lugar donde se posiciona como un ser, como un alguien y puede expresarse libremente y crecer en compañía de iguales.

Ahora bien, para algunos esto es utopía, para mi es realidad. Tengo amigos docentes a quienes los alumnos les llaman cuando no van a clases porque extrañan la materia, también colegas que estudiantes de otras secciones entran a sus clases porque son muy buenas y así varios ejemplos. Por eso considero que si es posible, y cuando Goethe habló de estímulo, se refirió a su época, pero como todavía la situación sigue igual, pareciera que le hablara al siglo XXI.  Lo interesante de todo esto, es que todos  somos maestros, porque siempre alguien podrá aprender de nosotros. De ahí que sea tan importante la frase de Goethe: "la juventud quiere mejor ser estimulada que instruida". Estimulemos más, instruyamos menos.

Gustavo Córdova Rodríguez 
Filósofo y Educador 

Colofón: gracias a todas esas personas que han sido para mi maestros, de quienes he aprendido y sigo aprendiendo. Quien quiere enseñar, si tiene humildad y amor lo hace. Por eso gracias, algunos ya no están en esta vida, otros los encuentro en la virtualidad  del ciberespacio y otros comparten conmigo el día  a día. A todos ellos, gracias.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Si volviera a nacer

Si volviera a nacer


Después de las vacaciones volver a la cotidianidad del trabajo supone para muchos una carga. En la actualidad se habla de estrés post vacacional (falta de adaptación al trabajo después del período de vacaciones y de ocio) y quien posee éste tipo de estrés presentan algunos síntomas como fatiga, falta de sueño, irritabilidad, tristeza, cansancio, entre otros.
No se ustedes, pero yo crecí escuchando la palabra estrés, aunque siempre me hizo ruido el hecho que dicha palabra y todas sus complicaciones en alto grado eran desconocidas por nuestros abuelos. Me refiero al hecho que es muy habitual sufrir hoy de estrés. Con ello no digo que antes no se sufriera, pero hay que reconocer que la  sociedad pareciera haber adelantado la marcha de las agujas del reloj y con ello acelerar nuestras preocupaciones y angustias.

Volver al trabajo, es para algunos el origen de un desasosiego, pero ésta semana pasada al encontrarme con mis compañeros de trabajo, 
quienes venían con sus rostros sonrientes y posteriormente escucharlos hablar de los retos de este nuevo año escolar,  me hizo dudar de la existencia del síndrome post vacacional. Ahora bien, se que dicho estrés que no existe, pero también tengo la seguridad que cuando hay pasión por la profesión,  se es feliz ejerciéndola. Una persona se crece y hace crecer a los demás, cuando se realiza trabajando en lo que le apasiona.


La maestra Lesbia, es una docente egresada de la escuela normal (la Escuela Normal en Venezuela, fue durante gran parte del s. XX, la institución nacional que formó a la mayoría de los maestros del país, dicha formación se basaba en la vocación y en la mística. Todo ello previo a la expansión de las licenciaturas en educación en las universidades). Lesbia es una mujer elegante, reconocida por su buen gusto al vestir, su copete levantado cada mañana con fijador de cabello y sobretodo por su bondad y ternura.  Ella pertenece al club de la juventud acumulada, pues ha pasado dignamente el umbral de los 60 años de edad, años que lleva con la belleza, la vida, la fuerza,  la energía y mística que trasmite día a día. Los años de experiencia  han hecho de ella una fuente de sabiduría de vida y de conocimientos a nivel laboral, lo que la hace digna de admiración. Sus colegas la reconocen así, pero el secreto -desde mi perspectiva para ser  reconocida por muchos- es su humildad.


En una ocasión cuando dictaban un curso sobre el tema de valores en la institución donde ella labora, las maestras colocaron a Lesbia como ejemplo. Fue un momento grato porque muchos hablaron de su labor y abnegación. Palabras hermosas surgieron de los labios de las maestras que siempre han encontrado en ella, una maestra de la vida y sobretodo una madre. Lo más notorio es que las maestras son licenciadas y algunas tienen estudios de postgrado, pero acuden a ella porque saben que ella sabe.

Cuando habla el corazón se tumba las paredes del discurso retórico e inflado, y en medio de tanta emoción  Lesbia, contó cual era unas sus realizaciones personal y profesional, y era poder ayudar a aquellos niños que les costaba aprender a leer, cuando ya el resto de la clase estaban iniciados en la lectura, normalmente esos niños los remiten a ella. Con la dulzura que sale de sus labios cada vez que habla, con la pausa y calma de quien sabe que está diciendo lo correcto, exponía la alegría que sentía al ver como esas personitas aprendían a leer y nos dejó como regalo su método, que lo mejor es que no es complicado y muy eficaz,  el cual me atrevo a resumir en: (a) amar a esos niñitos , (b) creer que ellos pueden y por último (c) reconocerles sus logros. Con suma bondad nos dijo, que si ellos no recordaban luego que ella les enseñó a leer, cuando era un gran obstáculo para ellos, no importaba, lo que verdaderamente importaba, es que ellos ya podían valerse solos, ya podían sumergirse en un nuevo universo, en el mundo de las palabras y los conocimientos, porque ya sabían leer. Luego de esa profunda enseñanza cerró con una frase como colofón, que dice más de ella que cualquier otra anécdota que nos pueda contar, nos dijo: Muchas personas se quejan de su profesión,  pero yo les digo !Que si yo volviera a nacer, volvería a ser maestra!

Que distinto sería el mundo, si cada uno de nosotros desde nuestro sitio de trabajo, nos reconozcamos útiles y capaces de hacer algo porque quienes nos rodean se sientan mejores y crezcan como persona.
Ahora surge la pregunta: ¿qué estoy haciendo en mi trabajo, para quien se acerque a mi se sienta mejor y crezca como persona?

El ideal, es realizarse en el oficio o en la labor que uno hace, y decir que como me hace feliz y con ello hago feliz a los demás, lo haría otra vez si volviera a nacer.


Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo - Educador

martes, 9 de septiembre de 2014

Cerati, gracias totales.

 Cerati, gracias... totales


Gracias totales. En cada aniversario del accidente cerebro vascular que lo dejó en coma, en cada cumpleaños,  cuando los periodistas o los fans se acercaban, había siempre alguien allí, al pie del cañón,   esperando el milagro, como decía ella. Era Liliam Lark la madre de Gustavo Cerati,  ella fue la única persona que nunca se apartó de su hijo y como madre siempre estuvo pendiente de su nene. Para los médicos ha sido un signo de admiración, pues lo común  cuando  suceden  estados de coma tan largos es que el paciente deje de ser visitado, pero en el caso Cerati nunca quedó solo, no fue abandonado, no fue el típico paciente en coma que por estar en ese estado, prácticamente ya no se le recuerda.

Qué hizo la diferencia? La relación madre e hijo. Gustavo Cerati tenía 51 años cuando cayó en coma como consecuencia de un accidente cerebrovascular, al finalizar el que sería su último concierto. Liliam Lark, madre del exlider de Soda Stereo, declaró a la prensa que cuando no recibió la llamada de su hijo al terminar el show, supuso que algo le había pasado. Es decir, la ausencia de su llamada fue la antesala de ese calvario que duró 4 años.  Pero hay algo que cautiva poderosamente mi atención y es el hecho que una persona adulta, que ha cruzado la mitad de un siglo, se comunique con su madre para decirle: que todo salió bien después de cada concierto.  No se ustedes,  pero a mi esto me llena el corazón,  me hace pensar en Cerati, no solamente como el gran músico que fue, sino como un gran hijo.

Las madres son los ángeles que Dios nos regala en la tierra para que nos cuiden, eduquen y protejan. Aunque una vez adquirida nuestra independencia, corremos la tentación de no aceptar sus cuidados, consejos y lo peor, no reconocerle que fueron sus desvelos y su amor, la materia prima de nuestros triunfos y sus manos las que nos sostuvieron en nuestros fracasos.

 Cerati cuando llamaba a su mamá después de  terminar cada concierto, reconocía que él había llegado a esas cumbres, porque tuvo una familia y una madre que lo apoyó, también estaba consciente, que se comunicaba con la indiscutible fans número uno del mundo entero y  por último, porque quien ama a su madre disfruta escuchar su voz y desea darle la tranquilidad de saber que su hijo está bien.


La sociología,  la antropología, la psicología y la filosofía, definen que la persona humana es un ser social,  un ser que es condicionado por el ambiente y responde a los estímulos del mismo. Innumerables investigaciones hablan del papel fundamental de la familia,  pero sobretodo lo más importante, según mi humilde  criterio, es el hecho que el cacharro humano no sobrevive sin los cuidados de la madre o de quien haga las veces de ella.  El bebé necesita alimento y cariño,  sino muere. Ahora bien, ¿por qué se nos hace tan fácil olvidarnos que no hubiéramos sobrevivido sin la asistencia de estos ángeles? Que por cierto, nunca descansan y siempre estarán preocupadas por nosotros hasta su último aliento.  Tenemos que reconocer que muchos de nosotros hemos sido mal agradecido con nuestras madres.
Cerati en el concierto de despedida de Soda Stereo en 1997 dijo, antes de sonar los úlimos dos acordesde cierre en la canción De música ligera: No solo hubieramos podido nada sin ustedes, sin la gente que estuvo a nuestro alrededor desde el comienzo,  algunos siguen  hasta hoy, gracias... totales! Eso es ser agradecido y ello se agradece. Renocer que no somos solos,  que nuestras vidas se llenan por esos  ustedes, esas personas que nos acompañan,  nos apoyan, nos aconsejan, en fin, esas gentes para quienes somos importantes y para quienes nuestra vida tiene sentido en la de ellas. El mejor y mayor ejemplo de ello, son las madres. Liliam Lark, es un ejemplo de madre, como lo son millones de madres en el mundo, y Cerati con el amor que le profesaba debe ser un ejemplo a seguir, para quienes somos hijos.



Disfruto imaginar a Cerati, desde el más allá agradecido con su mamá,  después de haber culminado su concierto llamado Vida, diciéndole: Mamá,  gracias... totales! 

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Yo también me equivoco.

Yo también me equivoco




Particularmente disfruto mucho ver películas de Disney con mis hijos. Me emociona pensar, en la genealidad de todo el equipo humano que soñó con la historia y luego le fue dando argumento y contenido, para después de un  largo proceso (de varios años) presentarnos el producto final como joya del séptimo arte.

Recientemente estaba viendo una vez más Los Increibles, película animada que ya tiene varios años. El tema de los super héroes está bien planteado, desde mi humilde perspectiva, pero más allá de todo los enfrentamientos y poderes sobrehumanos (que a mi hijo de siete años le encanta) lo que siempre me deja enganchado es la frase de Edna Moda, que en diálogo con Mr. Increible, donde él le pide capa para su traje nuevo y ella se niega, pues le recuerda el error que fue ponerlo en los trajes de antiguos super héroes que sufrieron accidentes debido a la mencionada capa. En ese diálogo de revisar, recordar, y responder con la negativa, debido a los catastróficos resultados, dice la frase: "No volteo al pasado me distrae del ahora".

Ésta frase conlleva una profundidad que pareciera salirse de la pantalla, cada vez que la oigo, se paraliza la película y empiezo a rumiarla como quien escucha un maestro del Tibet. Pero la misma puede ser mal interpretada,  pues hay que  analizarla en su contexto.  Cuando dice "No volteo al pasado porque me distrae del ahora", es haciendo referencia a que no quiere cometer los mismos errores, ya que ha analizado, ha hecho su instropeción  y ya ha reconocido su error, su equivocación (que en su caso fueron las capas  diseñadas para los trajes de los super héroes las cuales resultaron contra producentes para ellos)  y una vez reconocido el error, con firmeza proponerse no tropezar con la misma roca.


De ahí que me pregunto: cuántas veces en nuestra vida nos autoanalizamos? Pues dejenme decirle que para hacerlo hay que tener valentía y madurez emocional, si ello fuera fácil el cerebro no estuviese  programado con los mecanismos de defensa, de los cuales nos habla la psicología (negación, proyección, traslación, racionalización, sobregenalización, entre otros) por ejemplo en la negación  la persona no acepta que se equivoca,  en la proyección los errores que  cometemos y no aceptamos cuando los visualizamos  en los demás  nos producen repulsión, en la traslación se le  da  la responsabilidad de nuestras equivocaciones a las otras personas, por su parte en la racionalización se justifica cualquier equivocación,  en la sobregenalización es fácil ver que el error lo comete la mayoría de las personas y por ello no importa que también lo cometamos.  Como vemos nuestra mente esta diseñada para justificarnos en sobremedida, de ahí que sea  tan dificil aceptar la culpa, reconocer que fallamos, descubrir (y lo digo en seqserio) que no somos perfectos,  que no somos Dios. 

Es bueno preguntarse cuántas veces reconocemos nuestros errores con la frescura y tranquilidad que lo hace el personaje de Disney,  Edna Moda y hablamos de ello como quien cuenta un episodio más de su vida.


Considero que hacia allá debemos ir día a día, hay que tener la valentía suficiente para revisarnos, para reconocer que no somos perfectos, y poseer la humildad suficiente para compartir con quienes nos relacionemos que nos hemos equivocado. No es fácil,  a mi me cuesta, porque es cuesta arriba, pero cuando elegimos ser persona es menos complicado el caminar, ser perfecto es muy estresante. Lo ideal es tratar de ser mejor persona cada día. Por ello repito que me encanta la frase  de Edna Moda: No volteo al pasado me distrae del ahora y añadiría yo también me equivoco.

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador

jueves, 28 de agosto de 2014

No somos magos

No somos magos


Es común, darse un paseo por los diferentes canales de televisión y ver como (muchas veces) golpean  nuestro raciocinio  sin darnos cuenta y nos conducen a la involución del pensamiento. Apartando de nosotros la lógica y la ciencia.   Me refiero con esto a todo aquello que tiene que ver con lo mítico, a lo pre filosófico, lo pre científico,  al muy conocido pensamiento mágico. Este tipo de pensamiento se basa en creer que las cosas suceden porque sí, debido a una energía que circunda y mueve el destino de las personas. Desde que la primera persona se preguntó el porqué de las cosas, atribuyó a los elementos naturales poderes sobrenaturales. Lo ilógico es que en el siglo XXI, ha proliferado éste tipo de pensamiento en occidente de manera abrupta. Caso como el libro El Secreto, que trata de la ley de atracción, me hace pensar ¿qué beneficio obtiene una persona de moral elevada engañando a otra? ¿qué  sentido tiene jugar con las esperanzas de las personas? y el problema es que este tipos de falacias y pseudociencia son aceptadas por muchos. Les explico, es tan común ahora escuchar a personas estudiadas, pertenecientes a profesiones donde lo tangible y cuantificable es lo válido diciendo DECLARO PROSPERIDAD, como si esa frase por si sola fuera a cambiar la realidad. El pensamiento positivo es necesario en nuestra vida y en nuestra relaciones personales, pero ese declaro le sirve a magos al estilo del Mago Merlin, no a nosotros simples mortales, que ni tenemos varitas mágicas, ni tenemos esos poderes (que son muy bonitis y populares en la literatura), son palabras que se pierden una vez pronunciadas.  Bien decía  el filósofo Kierkegaard al afirmar que la gente se sirve a menudo del lenguaje para ocultar que carece de pensamiento. Duro Kierkegaard pero estoy con él.

En cambio si creo en el esfuerzo, en la constancia,  en la afrontar la vida día a día. En hacer todo lo posible, por lograr de cada día el mejor para uno mismo y para todos aquellos con quienes nos relacionemos en el transcurso del mismo. En cuanto a esto permítanme contarles dos casos de superación, que conocí cuando laboraba en el colegio del que les hablé en el articulo El Hombre Lobo existe, las dos personas laboraban como personal de limpieza de la institución.  La primera era una señora de 50 años de edad, a quien llamaremos Beatriz (para no pagar derechos de autor)  madre soltera, con hijos y nietos; el segundo un muchacho de 28 años a quien llamaremos Juan Carlos, padre y cabeza de familia con tres hijos y único sueldo en su hogar. Los dos tenían un sueño: ser maestros. Beatriz tenía para la sociedad la limitante de la edad, para Juan Carlos la carga familiar le dificultaba cancelar sus estudios. Pero ellos poseían algo que no es pensamiento mágico, poseían fe en si mismos y humildad para pedir ayuda. En ese tiempo se dió la oportunidad de cursar la carrera de docencia en una universidad pública mediante un plan de estudios a distancia. La noticia fue recibida por ellos con alegría y temor. Alegría pues era el sueño de sus vidas y temor de no saber si podrían alcanzarlo. Luego de reflexionar, conversarlo con sus familias y con sus amigos, decidieron aplicarse en los estudios superiores. Para ninguno de los dos fue fácil. Tuvieron que empezar a estudiar después de muchos años, era casi como comenzar de cero en algunas ocasiones, hubo que reacomodar la muy reacomodada economía familiar;  planificar para que las clases, el trabajo y la vida familiar no chocaran entre si. Los vi comenzar en tan bella y ardua aventura, pero luego una vez que cambié de trabajo no supe más de ellos.
 Al cabo de un tiempo en un colegio donde fui a dar un curso me encontré a la señora Beatriz, ahora era la maestra Beatriz.  Estaba facilitando el tema de la vocación docente y con toda la intención la nombré a ella como ejemplo de vida, buscando recibir el feed back.  Si pudiera narrar mediante las palabras el gozo que transmitía Beatriz al narrar su historia, el brillo de sus ojos, la sonrisa que te dice que se está realizando como persona, los gestos que demarcan fuerza y control de su vida. Ella nos contó su historia con la alegría de quien ha
encontrado su camino y está haciendo lo que le apasiona. Es impresionante como te llena el corazón escuchar a una señora mayor decir que se siente feliz siendo maestra y pidiéndole a la vida más años para seguir laborando. Ella estaba dando toda su vida en su vocación de maestra, en la edad en donde la mayoría de las personas ya se están jubilando o están soñando con jubilarse.  Por su parte supe de
 Juan Carlos, al encontramos en la web. Que alegría saber que estaba ejerciendo como maestro y luego ver las fotos que publicaba con sus estudiante, donde brotaban como en una fuente de bienestar la alegría,  el entusiasmo y la realización de esos niños que  junto al docente les encaminaba por el sendero del conocimiento y que estoy seguro que al igual que Beatriz les habla a los estudiantes con el ejemplo de su vida y les da razones para construir su proyecto de vida. Por eso es mejor construir la vida desde un  pensamiento positivo, con los pies puesto en la tierra y la mirada en el horizonte, que estar vociferando frases fruto del pensamiento mágico, conjurando la ley de atracción,  que lo único que puede atraer es a un escritor un poco sarcástico a veces, para escribir sobre el tema. De ahí que, pensamiento positivo, constancia, trabajo,FE en uno mismo SI, creerse el Mago Merlin NO.

Por cierto, Henry Ford, magnate de la industria automotriz, que nació en una granja, proveniente de una familia humilde,  dijo en una oportunidad:  Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes,  estás en lo cierto. Ciertas condiciones aplican, solo desde la psicología positiva se debe leer esto, no desde el pensamiento mágico. 

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador

viernes, 22 de agosto de 2014

No jugó con los niños y perdió


 No jugó con los niños y perdió

Hoy observé a mis hijos, pero como quien observa lo desconocido. Hice el esfuerzo de no verlos con los sentimientos de padre que me nublan el pensamiento, pues los amo tanto que no podría verlos, sin querer involucrarme al instante en sus juegos. Ellos bailaban,  corrían, saltaban, cantaban, preguntaban con  el asombro de un científico por realidades que para mi ser adulto son nimiedades y luego pensé, ¿que bueno es ser niño? Para ellos todo es nuevo, todo, absolutamente todo, existe desde el momento que ellos los disfrutan, por ejemplo: en estos dias al llegar del cine mi hijo Alejandro me preguntó: ¿papi cuándo eras niño existía el cine? Les confieso me sentí viejo, pero ese no es el punto de este artículo. Como les decía, todo es nuevo y cualquier caja puede convertirse en un robot, unas cosquillas pueden ser mejor que un parque de diversiones. Los niños son sencillos, y disfrutan la vida. Un signo de una niñez sana, es la sonrisa brillante en sus pequeñas caritas. Pero, ¿por qué esa sencillez se escurre de nuestras vidas? ¿por qué la sonrisa desaparece de nuestros rostros a medida que crecemos y "maduramos"?. Quién habrá grabado en el subconciente colectivo la falsa idea que la madurez es amargura, es andar con el ceño fruncido, es sonreir lo más mínimo. Con ello matamos el niño feliz que vive en nosotros. En diferentes formaciones que he recibido, los facilitadores nos han repetido, una y mil veces, sonrían, jueguen con los niños, admiren lo bello del día a día. Ese pensamiento no es nuevo, pero sigue alzandóse como una primicia en un mundo donde ser como niños es anómalo. El gran poeta chileno Pablo Neruda escribió: El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.  Los terapeutas aconsejan esto, los psicólogos, los psiquiatras y hasta el Papa Francisco ha dado el ejemplo, cuando dejó que un niño se le acercara en la homilía y lo dejó jugar.

Foto: Reuters
En algo estamos fallando como sociedad, cuando se nos repiten hasta la saciedad que disfrutemos la vida como los niños. Tenemos celulares, internet, televisores 3D y todos esos juguetes de grandes y aun asi, las personas siguen vacias, las gentes se siguen suicidando, cada dia hay más consumidores compulsivos, personas adictas al trabajo y pare de contar. Al compartir con un niño descubrimos que para ser feliz no hace falta nada, sólo agradecer que alguien que sabe que le ama está con él  en ese momento.


 
PD.  Escribí este artículo con mi hija menor que no me dejaba escribir bien, pues quería estar en mis brazos. No fue fácil, pero es un acto de amor.

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador

domingo, 17 de agosto de 2014

Robin Williams, una broma no cuesta nada

Robin Williams,  una broma no cuesta nada.

Ésta semana Hollywood se vistió de luto al conocerse la noticia de la desaparición física del gran actor Robin Williams.  Lo más triste de la noticia fue cuando se dio al conocer la causa del deceso, suicidio. En menos de una semana, han corrido ríos de tinta narrando el fatídico final o tan solo comentando la vida del muy conocido actor.

Es importante destacar que nadie toma la decisión de acabar con su vida así nada más,  vivir es muy bueno y el suicida atenta contra su vida porque los episodios de depresión le nublan la visión para divisar la bondad del vivir.
Mi objetivo al escribir éstas líneas no es juzgarlo o justificarlo, pero si recordar que Robin Williams siempre reconoció sus demonios (alcoholismo y drogadicción) y hacía mofas de ello siempre que lo entrevistaban. Él, como actor,  logró con la genialidad que lo caracterizaba desempeñar impecables interpretaciones tanto en el drama como en la comedia.  A mucho nos hizo reflexionar cuando interpretó  el profesor irreverente de la Sociedad de los poetas muertos, o la risas que nos reventaron los lagrimales en la comedia de Mrs Doubtfire, por nombrar dos de sus  múltiples películas. Algo que me llamó la atención fue leer una anécdota en estos días, resulta que Christofer Revee  (Superman de los 80) era amigo de Williams,  desde su época de estudiante en el Instituto donde cursaron actuación. Después del accidente equino que dejó parapléjico a Revee, Williams se hizo cargo de los gastos que el seguro no cubría y siempre estuvo atento de Christopher como uno más de la familia . Además de este gesto de solidaridad, que no es para nada simple, me impactó el conocer que momentos antes de una complicada operación de recolocación del cráneo en la columna, de la que Reeve sólo tenía un 50% de posibilidades de salir con vida, Williams se presentó por sorpresa en la habitación del hospital haciéndose pasar por un proctólogo ruso dispuesto a “hacer un examen rectal a Superman”. “Era un momento especialmente oscuro de mi vida y de repente abrió la puerta un tipo bajito con un gorro azul, bata quirúrgica y gafas que hablaba con acento ruso”, contó después Reeve. “Me reí por primera vez desde el accidente. Mi viejo amigo me ayudó a saber que, de alguna forma, todo iba a salir bien” (cinemania.es).  Esa forma de ayudar al amigo, con la creatividad y el talento que de él desbordaba,  me hizo recordar que una broma no cuesta nada.

Los estudiosos de la comedia saben que la misma, como manifestación del arte es límite en la apreciación y el gusto,  por ello agrada o no. Hay que personas que les gusta un comediante y a otras les  parece de  lo más aburrido del mundo. Pero, más  allá del agrado o no,  si algo he comprobado en mi vida es, que la sonrisa en la cara, contagia buenos momentos alrededor de quien la lleva. Permítanme contarles una anécdota: como un  sello personal cuando compro o adquiero algún bien o servicio que no es consumible en el momento utilizo la frase de la comida fats food  !Por favor para llevar! Eso aplica a un bombillo, un jabón de baño, entre otros. Eso lo hago tanto por mis problemas psicológicos (así dicen algunos),  como también por una cruzada personal para interactuar con los cajeros y cajeras que muchas veces son vistos más como máquinas que como personas (hay muchos  clientes que ni dan las gracias por los servicios prestados). Innumerables veces  he pronunciado la frase para llevar por favor  y he recibido: risas, miradas desconcertadas, miradas inquisidodoras, dialogos vivaces con la famosa respuesta  no si quiere se lo come aquí, pero de todas ellas la que más me ha llegado al corazón y me anima en esta cruzada fue la experiencia que tuve en un supermercado hace alrededor de un año. Eran cerca de las cinco de la  tarde y en el momento que me estaba chequeando un paquete de pañales lancé la frase por favor para llevar, en ese momento la cajera sonrie y luego de una breve risa entre alegre y melancólica me dijo: señor gracias, porque en todo el día no me había reído por estar pensado en todos los problemas que llevo encima. Les confienso que yo no supe que decir, recuerdo que me sonreí con ella, le di ánimo y al llegar al carro, con el corazón chiquito pensé: cuánto alcance puede tener una broma. Ese episodio me animó en seguir esta pequeña cruzada que ojalá otros la asuman, pues no sabemos el alcance que tienen esos pequeños detalles en la vida de los demás. Por eso, igual que el buen Robin Williams le jugó la broma su amigo Christopher Revee, nosotros debemos mirar mas allá ,  pensar que una broma no cuesta nada.

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador

La prueba más clara de la sabiduría es una alegría continua.
Michel de Montaigne

miércoles, 6 de agosto de 2014

Dame una corneta y moveré el tráfico




 Paciencia.  Virtud que tanta falta hace en nuestra humanidad, pues, estamos sumergidos en  metrópolis congestionadas,  donde muchas personas viven a plenitud su individualismo y el estrés le carcome su existencia. Hay quienes piensan que  su mundo es el que importa, que sus problemas son los únicos. Que nadie está pasando por lo que ellos pasan. En fin, vivimos en medios de una psicosis colectiva, donde cada quien hace lo suyo, sin pensar en los demás. Uno de los episodios más comunes donde se observa los comportamientos de esta psicosis es actitudes toman la gente al conducir y sobretodo la manera de tocar la corneta con agresividad e impaciencia. 

Kant, filósofo que admiro tanto por sus ideas como por su  persona, pues era de una moral impecable,  escribió en una oportunidad la paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia es la debilidad de fuerte
Qué pensaría Kant al ver como son los ciudadanos frente al volante? No se, pero, de pensar que hubiese estado conmigo  ayer, cuando tuve la dicha, en plena hora pico, de disfrutar un embotellamiento vehicular, me da risa. En fin, el tráfico había colapsado debido a una colisión entre dos carros,  que si bien era menor abarcaban prácticamente toda la vía. Disfruté con gran emoción ese momento donde cada conductor tocaba con ímpetu y destreza su corneta, me imagino buscando hacer con los otros vehículos acordes y melodías. Esa experiencia musical sólo se compara con un concierto de Yanni o de la Orquesta Sinfónica de Venezuela. Cual orquesta de cámara,  los autos a mi alrededor, entonanban con bemoles, sostenidos y tonos mayores. Claro, lo más importante es, que el carro que tenía atrás le tocó en varias oportunidades ser solista, creo que era primera corneta (algo así como primer violín en las orquestas, es decir, el que mejor ejecuta el instrumento y por ello le corresponde las piezas más largas). Lo interesante fue, que en medio de todos esos acordes y melodías,  recordé a Arquímedes (físico,  ingeniero, inventor de la antigua Grecia)  cuando expresó: Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo, para hacer referencia a la palanca y su capacidad de mover grandes objetos y  pensé: ¿es que los choferes tienen la seguridad que tocando las cornetas van a mover el  tráfico? ¿Será que alguna persona con una mente malvada y siniestra les enseñó la frase: Dame una corneta y moveré el tráfico? Porque déjenme decirles que no consigo otro pensamiento que me explique el porqué tocar con tanta animosidad el claxon, pensando que con ellos los autos se moverán. En el tráfico, lo único que sirve para sobrevivir es la paciencia.

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador


La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte.  Immanuel Kant Filósofo Alemán. 


sábado, 2 de agosto de 2014

Un instante

Un instante


Todos los días mencionamos el tiempo. Hay veces que reflexionamos sobre él, comúnmente no quejamos de lo rápido o lento que pasa y miramos con desdén las manecillas implacables del reloj, que no tienen conexión afectiva con nadie y por nadie se detienen y a nadie esperan.

Ese tiempo, querido y odiado a la vez, puede ser concebido desde tres perspectivas distintas, el tiempo cosmológico (que puede ser medido con el reloj), el tiempo biológico (es la percepción personal de como transcurre el tiempo, lento o rápido ) y  el tiempo histórico (se va guardando en nuestra memoria, y forma nuestra personalidad y cosmovisión).


Hace unos años, en una charla con un grupo jóvenes de aproximadamente 15 años de edad. Uno de ellos, a quien llamaremos Marcos, compartía (con la profundidad que suelen tener a esa edad y de la cual pocos percatan) sobre lo que llamo,  la relación tiempo-soledad. Marcos nos contó que el tenía en su cuarto todas las comodidades, para un joven de su edad: consola de juegos, blu ray, un súper televisor y su guitarra. Para cualquier muchacho de escasos recursos sería la habitación ideal, pero para él, no era nada. Porque, ese recinto, no le llenaba el vacío que sentía. Este joven se sentía solo, sus padres empeñados en acumular capital, encargados de sus negocios, en estar ocupados de sus "asuntos", no pasaban casi tiempo con él. Eso si, todo lo que Marcos les pedía se lo daban. Nos comentaba, con sus ojos vidriosos y vos solloza,  que sabía que sus padres les amaban, pero no se lo demostraban con gestos de cercanía, es decir, con acciones tan simples y profundas como un abrazo, un beso o simplemente sentarse a charlar. Era triste escucharlo decir: yo sé que me aman, pero conmigo no conversan, yo sé que de mi se preocupan, pero lo único que me preguntan es por los estudios, pareciera que no les interesa nada mas además de mis calificaciones. Siento que no me conocen, siento que no saben que me pasa. A veces pienso que no les importo, no se, pero así me siento. Tengo una lista de preguntas que hacerles, porque mis amigos no tienen las respuestas. Me siento solo. Este jovencito con su experiencia me hizo recordar a la feminista española Concepción Arenal y su frase El amor es para el niño como el sol para las flores; no le basta pan: necesita caricias para ser bueno y ser fuerte.


Tiempo y soledad no es lo común en un joven, es mas bien signo de la vejez. El gran Gabriel García Marquez decía que "el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad". El tiempo, los años preparan a la persona a vivir su vejez con la soledad, que a veces viene de la mano con la senectud. No así es la juventud, ella es la etapa de los amigos, de las bromas, del bullicio y la algarabía. Pero, Marcos se sentía solo, pero Marcos no estaba preparado para la soledad, no estaba preparado para pasar tanto tiempo solo. Su tiempo biológico hacía que el viera pasar el tiempo lentamente, pero lo más triste es que en su tiempo histórico él era otro joven abandonado de ésta sociedad, otro niño huérfano con padres.



Los adultos tenemos la falsa idea que si trabajamos lo suficiente, si estamos produciendo suficiente dinero, si le damos a nuestros hijos todos sus caprichos, ellos serán felices. Resulta que la realidad es otra, los hijos se aburren rápido de los regalos, pero lo único que perdura  y es gratis, es el amor. Por otra parte, debemos superar nuestra inconformidad y aceptar nuestro presente. De hecho, Albert Einstein decía que un hombre feliz está demasiado satisfecho con el presente como para obsesionarse con el futuro.  Hay que asumir el compromiso con nuestra historia y con la historia que estamos escribiendo a través de nuestros hijos, agradecer el presente que vivimos, disfrutar en familia cada momento y reconocer que no somos efímeros (bueno a menos que lo quieran ser), somos trascendentes. Hay que vivir, disfrutar y agradecer cada momento que estemos en ésta vida, que estemos en familia, porque la vida se pasa en un instante.

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo - Educador









Post data: todo lo anterior es cierto, pero Ralph Waldo Emerson (poeta y pensador estaunidense) escribió  "Jamás ha habido un niño tan adorable que la madre no quiera poner a dormir".

jueves, 31 de julio de 2014

Yo quiero Uno así

Transitando por la congestionada ciudad en la que habito, de repente vino a mi mente la frase de un joven, que hace ya algunos años  realizó con mi esposa y conmigo el curso prematrimonial. Él, que también como nosotros en aquel momento se preparaba para dar el gran paso, contaba  su experiencia de vida, como vio a sus abuelos celebrar sus cincuentas años de casados y luego en  poco tiempo ver como su abuela se desvanecía producto de una cáncer que iba apagando su vida, como suele hacer el cáncer, con dolor y  sufrimiento. Lo triste de esta enfermedad es que apaga poco a poco la vida del enfermo y con ella la alegría de las personas que les aman. Lo cierto, es que con nostalgia recuerdo como este joven con lagrimas en los ojos, decía  Yo quiero uno así, quiero un matrimonio como el de mis abuelos.

Su abuela, en medio de su enfermedad era asistida y cuidada por su esposo, que como imaginarán también era un anciano, los hijos y nietos se preocupaban por el viejo, pero esté le decía que él se debía a su esposa. Tan abnegado era el señor, que prácticamente no se apartaba de ella.

El día que nadie quería que llegara , llegó. La abuelita falleció y ese día con la partida del amor de su vida también se fueron las fuerzas del abuelo. Él, se desmayó, y todos pensaron lo obvio: no aguantó el dolor, pobre hombre, se le fue el amor de su vida. Ya en el hospital, el abuelito hace algo que nunca había hecho mientras  su señora esposa estuvo enferma, se queja. Declara que tiene una dolencia a nivel abdominal, luego del rutinario chequeo médico y los exámenes correspondientes, el doctor que le examina. comunica a los familiares lo impensable. El señor tenía cáncer de estomago. ¿Pero si nunca se quejó? ¿Pero, cómo, si no dijo que algo le molestaba? Se preguntaban. Lo cierto es que el señor, quedó hospitalizado, el cáncer era muy avanzado y en menos de una semana falleció. Todos se preguntaban ¿cómo pudo soportar el dolor que produce un cáncer de estómago? ¿cómo pudo un señor con esa edad, aguantar durante  no se sabe cuanto tiempo ese pesar, sin proferir una palabra?

El abuelito, cargó con su cáncer "silencioso", durante toda la enfermedad de su amada. Sólo y sólo cuando, ya su esposa había partido, cuando ya no había más nada que hacer. Fue cuando bajó la guardia y mostró su dura realidad, el peso que cargaba y que nadie sabía. Aquel secreto que guardaba, para no distraer a la familia y toda la atención la recibiera su esposa.

Ésto escapa a nuestra lógica, ésto solo se puede entenderse desde el corazón. Para comprender tal sacrificio, tal entrega, tal servicio. No puede, no debe verse con los ojos de la razón, debe verse con los ojos del amor. Con lágrimas en los ojos, con aliento entrecortado, éste joven contaba su historia y no sabía el favor que me hacía, pues yo también en mi interior repetía, pensado en mi futuro matrimonio: YO QUIERO UNO ASÍ.


Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo - Educador



  “Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección”

 Antonie de Saint-Exupéry

martes, 29 de julio de 2014

El Sentido de Vivir

En estos días estaba viajando por el ciberespacio y fui a parar a una página pro atea, me llamó la atención una imagen que rezaba lo siguiente: haga lo que hagas nuestro destino termina aquí. Era la imagen de una lápida en un cementerio. Mas allá del tema de creer o no en Dios (que como ya saben, quienes me han leído soy creyente) está el tema de la trascendencia. Como muchos, no soy partidario de pensar que nuestra vida se agota en la muerte, pues estoy consciente que en  otras personas tenemos continuidad, por ejemplo en nuestro hijos, alumnos, familiares y en todos aquellos a quienes les seamos  significativos, de ahí,  que me atrevo a decir, debemos tener continuidad. Me niego a creer que con nuestra muerte se acaba todo,  me niego a pensar que todo lo que hacemos se lo traga la tumba, no acepto la idea de una vida efímera,  sin significado,  sin sabor, sin dejar una estela, sin trascendencia. Trascender tiene que ver con ir mas allá,  con no ser mediocre, es decir, como diría los estadísticos,  quedarse en la media, en la mediocridad de no ser más que otro común mortal. Hay que mirar mas allá. Quién vive  mirando  la trascendencia,  no se queda enfocando su vista al suelo, mira al horizonte, y camina hacia él.
La historia está llena de grandes personajes que se atrevieron a mirar mas allá.  Que no se quedaron en la media, que no fueron mediocres.  No les estoy pidiendo que sean megalómanos (patología psicológica relacionada con el  complejo de grandeza), sino que crean que puede hacer algo distinto. Como diría una profesora que tuve  dar el valor agregado en el día a día. Martín Valverde -cantante y predicador católico- ha dicho en diversos conciertos: no puedes pasar tu vida como una maceta de corredor. Esta frase me ha hecho reflexionar y la  he tomado como bitácora de vida,  la misma la he repetido en innumerables cursos, talleres, conferencias,  clases, congresos, claro siempre citando a Valverde.  Porque es muy visual la analogía entre la vida y una maceta (matero) de corredor. Como quien pasa por la vida sin ser notado, sin decir con sus buenas acciones: aquí estoy! 
Hay personas que pasan por la vida sin mirar más allá, sin pensar que dejarán para la posteridad.  Unos de los grandes problemas de la sociedad que nos ha tocado vivir, es que cuando se habla de posteridad muchos piensan en acumular riquezas, y déjenme decirles que las riquezas sino conllevan un aporte al crecimiento de otros, a través de la filantropía u otros actos de caridad, no serán más que carne de carroña, con buitres sobrevolando la riqueza monetaria de la persona adinerada esperando que ésta fallezca,  para hacerse de ella. En cambio, las acciones hechas con el sentido de donación,  de entrega, de servicio al otro, en la mayorías de los casos se agradecen (digo en la mayoría, porque se han visto casos de personas mal agradecidas hasta el extremo) y generan experiencias significativas que afectan e influyen la existencias de otros. Bien claro lo tenía el filósofo personalista Enmanuel Mounier que nos dejó su axioma: «la persona se gana perdiéndose; se posee, dándose». Profunda frase que nos lleva a recordar con alegría a aquellos familiares, llámese padre, madre, abuelo, hermana o  amigos, maestros, -y por qué no hasta la suegra- pensando que algo nos enseñaron,  que en algún momento nos ayudaron, o en aquel momento grato que junto a ellos pasamos, en fin, en esos momentos donde su vida fue donación. Esos recuerdos, esas experiencias vividas, quedan como marcas en nuestras vidas, las transforman y muchas veces sin darnos cuenta, nos hacen crecer. Ahora bien, vivir con sentido, es reconocer que todas nuestras acciones influyen, afectan, motivan y  transforman la vida de mucho.  De tener esa conciencia de trascendencia,  del poseerse a si mismo, del querer ser recordado como alguien importante en la vida de quienes vivieron contigo, va depender la continuidad de tu persona,  va depender tu legado. Puedes acumular bienes, títulos, fortuna, fama, pero eso como en la imagen mencionada al inicio, se queda en la tumba. Sólo las buenas acciones perdurarán en el tiempo, sólo y únicamente así,  se puede trascender. Ahí radica el sentido de vivir.

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo - Educador