Lamentablemente en el país la realidad económica y social que se vive y vislumbra no promete nada bueno. Por primera vez en nuestra historia, el venezolano se ha convertido en inmigrante, miles de adultos jóvenes están saliendo del país. Lo más triste del asunto es que quienes se van son la fuerza productiva trabajadora calificada (jóvenes con título en mano y especialistas). Salen por multitudes, casi cual migración de pájaros en cambio de estación, debido a la falta de empleo o al salario empobrecido por la mega inflación.
Frente a una realidad prometedora de quienes ya están afuera con trabajo estable, seguridad y progreso, los que no emigramos nos asemejamos a los judíos que no pudieron entrar a la Tierra Prometida. Lo triste del caso es que Venezuela era conocida como la Tierra de Gracia. Por sus a paisajes, sus riquezas, su clima, y sobretodo por la calidez y familiaridad de su gente. Fuimos conocidos como un país de oportunidades, donde se podía vivir bien (del verbo ya no) y los venezolanos carecian de xenofobia (rechazo al extranjero). Miles de extranjeros vinieron e hicieron de esta tierra su Tierra, mezclándose con nuestros antepasados y produciendo este fenotipo tan característico en nuestra población.
Quien ha recorrido la geografía de nuestro pais sabe que la familiaridad del venezolano es una bondad características de nuestro gentilicio. Personalmente, por trabajo y placer (que muchas veces van de la mano) he tenido la oportunidad de conocer gran parte del territorio nacional y en todas las regiones en mayor o menor medida las personas te hacen sentir en casa, en familia. Hacen del todo nuestro territorio nacional un gran hogar. Tristemente no es así en otros países. De esta idea se desprende un cuestionamiento: No sé, si es el apego a mi tierra lo que me inhibe de emigrar.
En cuanto a emigrar o no, lo cierto de quedarse y labrar un futuro donde al parecer no hay un buen futuro, exige de quien se queda tanto o más coraje como de que emigra. Si bien el futuro lo escribimos cada uno de nosotros, la realidad circundante nos va moldeando. El gran escritor francés Víctor Hugo escribió que El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad. Ésta frase es una daga que me interpela, pues muchas veces me ha tocado salir de mi zona de confort y aventurarme en nuevas experiencias, aunque al inicio siempre genere un conflicto, la nuevas etapas en la vida siempre son riquezas. Ya sea emigrando y dejando el corazón atrás, ya sea quedándose en el país con la ansiedad de quien camina en la cuerda floja, lo real e inmediato es que no podemos seguir siendo los mismo y tenemos que ahora más que nunca labrar nuestro futuro.
Gustavo Córdova Rodríguez
Filosofo y Educador
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