Docencia, hipnosis y estímulo.
En algún momento de nuestra infancia descubrimos la hipnosis en alguna película, dibujo animado o serie, en la cual se utilizaba el control mental como argumento para dormir a una persona o poseer el control de su voluntad.
Hay seres que poseen la capacidad de hipnotizar a las multitudes y no estoy hablando de los magos y prestidigitadores, hablo de algunos maestros que apenas abren su boca logran que sus alumnos entren como por arte de magia en estado de letargo, o dormición.
Siempre me he preguntado ¿es que estos maestros no se dan cuenta que el público (alumnos) se están durmiendo? Es notorio que hay veces que uno como alumno ha pasado mala noche o está enfermo y tiende a realizar el famoso cabeceo, que es el movimiento oscilante y no premeditado de las personas que entran en un proceso de sueño estando sentado. Pero específicamente me refiero al hecho de aquellos profesores que parecieran tener un profundo somnífero en la garganta, pues no han terminado de dar su saludo de entrada a la clase, cuando más de la mitad de los alumnos se encuentra luchando con el sueño.
Yo he tenido más de un docente así y a ellos les doy gracias, porque soñé mucho en sus clases. En el siglo XVIII , Goethe escribió "la juventud quiere mejor ser estimulada que instruida". Cierto y profundo el pensamiento de este literato, pero a la vez es triste que tres siglos después, quienes trabajamos con jóvenes todavía no le hagamos caso.
Cuando hablamos de estimular, pensamos bien en incitar, ayudar para que algo suceda, mas sin embargo, la primera definición de la RAE tiene que ver con su raíz latina, y es aguijonear, pichar o punzar, ese es el verdadero estímulo. Un docente estimula cuando con sus palabras, con sus gestos, con su vida pincha en el pensamiento de sus alumnos para que se activen y entre en el movimiento del pensar, del descubrir, del hacer. Eso lo hizo Sócrates, a través de la mayéutica (el arte de dar a luz a las ideas), eso lo hizo Jesús con sus discípulos, hablándoles en parábolas y eso lo hacen los grandes maestros que disfrutan dando clases y quieren que sus alumnos encuentren la verdad por sí mismos. Sólo se estimula, cuando (a) los alumnos hacen conexión emocional con el docente (que los alumnos reconozcan al docente como una persona que les importa sus pupilos), (b) cuando el docente tiene autoridad, y no hablo de poder sino de la autoridad de quien como Jesús lo que decía lo hacía, (c) cuando el docente posee buen humor y en su clase sin ánimo de convertirla en un circo, es para los estudiantes un espacio donde se disfruta aprendiendo y (d) cuando el alumno se siente persona en ese espacio de aprendizaje, donde él importa, donde no es un número más, donde no es una calificación, donde no es un cliché o etiqueta, en ese lugar donde se posiciona como un ser, como un alguien y puede expresarse libremente y crecer en compañía de iguales.
Ahora bien, para algunos esto es utopía, para mi es realidad. Tengo amigos docentes a quienes los alumnos les llaman cuando no van a clases porque extrañan la materia, también colegas que estudiantes de otras secciones entran a sus clases porque son muy buenas y así varios ejemplos. Por eso considero que si es posible, y cuando Goethe habló de estímulo, se refirió a su época, pero como todavía la situación sigue igual, pareciera que le hablara al siglo XXI. Lo interesante de todo esto, es que todos somos maestros, porque siempre alguien podrá aprender de nosotros. De ahí que sea tan importante la frase de Goethe: "la juventud quiere mejor ser estimulada que instruida". Estimulemos más, instruyamos menos.
Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador
Colofón: gracias a todas esas personas que han sido para mi maestros, de quienes he aprendido y sigo aprendiendo. Quien quiere enseñar, si tiene humildad y amor lo hace. Por eso gracias, algunos ya no están en esta vida, otros los encuentro en la virtualidad del ciberespacio y otros comparten conmigo el día a día. A todos ellos, gracias.
Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador
Colofón: gracias a todas esas personas que han sido para mi maestros, de quienes he aprendido y sigo aprendiendo. Quien quiere enseñar, si tiene humildad y amor lo hace. Por eso gracias, algunos ya no están en esta vida, otros los encuentro en la virtualidad del ciberespacio y otros comparten conmigo el día a día. A todos ellos, gracias.
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