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martes, 29 de julio de 2014

El Sentido de Vivir

En estos días estaba viajando por el ciberespacio y fui a parar a una página pro atea, me llamó la atención una imagen que rezaba lo siguiente: haga lo que hagas nuestro destino termina aquí. Era la imagen de una lápida en un cementerio. Mas allá del tema de creer o no en Dios (que como ya saben, quienes me han leído soy creyente) está el tema de la trascendencia. Como muchos, no soy partidario de pensar que nuestra vida se agota en la muerte, pues estoy consciente que en  otras personas tenemos continuidad, por ejemplo en nuestro hijos, alumnos, familiares y en todos aquellos a quienes les seamos  significativos, de ahí,  que me atrevo a decir, debemos tener continuidad. Me niego a creer que con nuestra muerte se acaba todo,  me niego a pensar que todo lo que hacemos se lo traga la tumba, no acepto la idea de una vida efímera,  sin significado,  sin sabor, sin dejar una estela, sin trascendencia. Trascender tiene que ver con ir mas allá,  con no ser mediocre, es decir, como diría los estadísticos,  quedarse en la media, en la mediocridad de no ser más que otro común mortal. Hay que mirar mas allá. Quién vive  mirando  la trascendencia,  no se queda enfocando su vista al suelo, mira al horizonte, y camina hacia él.
La historia está llena de grandes personajes que se atrevieron a mirar mas allá.  Que no se quedaron en la media, que no fueron mediocres.  No les estoy pidiendo que sean megalómanos (patología psicológica relacionada con el  complejo de grandeza), sino que crean que puede hacer algo distinto. Como diría una profesora que tuve  dar el valor agregado en el día a día. Martín Valverde -cantante y predicador católico- ha dicho en diversos conciertos: no puedes pasar tu vida como una maceta de corredor. Esta frase me ha hecho reflexionar y la  he tomado como bitácora de vida,  la misma la he repetido en innumerables cursos, talleres, conferencias,  clases, congresos, claro siempre citando a Valverde.  Porque es muy visual la analogía entre la vida y una maceta (matero) de corredor. Como quien pasa por la vida sin ser notado, sin decir con sus buenas acciones: aquí estoy! 
Hay personas que pasan por la vida sin mirar más allá, sin pensar que dejarán para la posteridad.  Unos de los grandes problemas de la sociedad que nos ha tocado vivir, es que cuando se habla de posteridad muchos piensan en acumular riquezas, y déjenme decirles que las riquezas sino conllevan un aporte al crecimiento de otros, a través de la filantropía u otros actos de caridad, no serán más que carne de carroña, con buitres sobrevolando la riqueza monetaria de la persona adinerada esperando que ésta fallezca,  para hacerse de ella. En cambio, las acciones hechas con el sentido de donación,  de entrega, de servicio al otro, en la mayorías de los casos se agradecen (digo en la mayoría, porque se han visto casos de personas mal agradecidas hasta el extremo) y generan experiencias significativas que afectan e influyen la existencias de otros. Bien claro lo tenía el filósofo personalista Enmanuel Mounier que nos dejó su axioma: «la persona se gana perdiéndose; se posee, dándose». Profunda frase que nos lleva a recordar con alegría a aquellos familiares, llámese padre, madre, abuelo, hermana o  amigos, maestros, -y por qué no hasta la suegra- pensando que algo nos enseñaron,  que en algún momento nos ayudaron, o en aquel momento grato que junto a ellos pasamos, en fin, en esos momentos donde su vida fue donación. Esos recuerdos, esas experiencias vividas, quedan como marcas en nuestras vidas, las transforman y muchas veces sin darnos cuenta, nos hacen crecer. Ahora bien, vivir con sentido, es reconocer que todas nuestras acciones influyen, afectan, motivan y  transforman la vida de mucho.  De tener esa conciencia de trascendencia,  del poseerse a si mismo, del querer ser recordado como alguien importante en la vida de quienes vivieron contigo, va depender la continuidad de tu persona,  va depender tu legado. Puedes acumular bienes, títulos, fortuna, fama, pero eso como en la imagen mencionada al inicio, se queda en la tumba. Sólo las buenas acciones perdurarán en el tiempo, sólo y únicamente así,  se puede trascender. Ahí radica el sentido de vivir.

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo - Educador


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