En diversas culturas, existe la leyenda de la persona que herido por una maldición al presenciar la luna llena, se transforma en un Hombre Lobo. Infinidades de canciones, cuentos y películas ha enriquecido esta leyenda del Hombre Lobo o Licántropo ( λύκος, lýkos ['lobo'] ; άνθρωπος, ánthrōpos ['hombre']).
Siempre me ha llamado la atención del Hombre Lobo la incapacidad de controlar sus acciones y en ciertas historias trágicas termina asesinando a sus seres queridos.
Muchos de nosotros, de niños, pudimos tener pesadillas con esta despreciable criatura, lo que nos consolaba era saber, por boca de nuestros padres que el Hombre Lobo no existía. Lamento decirles que nos mintieron.
Quien comparte con ustedes es una persona seria (todos lo dicen hasta que me conocen) y por ello, con la autoridad que me compete, aclararé la afirmación con la que titulo este artículo. Pues si, el Hombre Lobo existe y nuestro padres nos mintieron. Lo primero que hay que hacer es quitarnos la imagen caricaturesca del Licántropo, con su abundante pelaje, los grandes dientes y las garras. Para luego analizar cada uno de estos elementos (pelaje, dientes filosos, garras), que son signos característicos de un animal bestial, dotado con un conjunto de armas naturales para atacar y destruir. El pelaje lo protege de los embates del ambiente, los dientes filosos, sirven para amenazar cuando se muestran, para morder, desgarrar y comer; por su parte las garras arrancan la piel de la víctima y la inmoviliza.

Muchas veces, para tristeza de muchos, estos licántropos modernos ocupan puestos de mandos (a ellos le decimos jefes, padres, madres, maestros, autoridades civiles, entre otros) y su pelaje es el cargo o rol que lo protege, sus dientes filosos son , bueno, son sus dientes filosos que enseñan antes de proferir insultos contra los subalterno (empleado, alumno, hijo, ciudadano) y comérselo, y las garras son las palabras y frases hirientes que utilizan para inmovilizar y desmotivar a sus víctimas.
Hace algún tiempo, trabajé en un centro educativo. Todas las mañanas, saludaba a mis compañeros y muy a menudo les jugaba alguna broma verbal, con la intención de hacerlos sonreír desde temprano. Para el momento cuando ocurrió la anécdota que les contaré, era nuevo en el colegio y no conocía los por menores de las interrelaciones personales de algunos compañeros y jefes que estaban heridos por la maldición del Hombre Lobo.
Una mañana de abril, llego yo, inocente cordero al colegio, sin saber que en esa mañana un compañero (jefe) estaba convertido en Hombre Lobo. Como les decía, cual inocente cordero llegué al colegio y fui saludando como todos los días y jugando una que otra broma verbal, en mi rutina diaria hasta llegar a mi sitio de trabajo. Cuando de pronto, como si fuera Van Helsing, un compañero me saca de mi ruta y apartandome me dijo: !No vayas a jugarte con Antonio! (nombre artístico para no pagar derechos de autor) porque anoche discutió
con su mujer y se está comiendo a quien se le cruce en el camino.
Para Antonio, discutir con su esposa era la luna llena que lo transformaba. Cuando recibí esa información y luego, cuando vi como ofendía y devoraba a un colega, pensé: ¿Cómo aquí saben que él tuvo un altercado en casa? y lo otro y no menos importante me salvé!.
Con el paso de los meses, como cazador mitológico aprendí a visualizar -cuando estaba mutado- al hombre lobo en mi jefe.

Desde siempre en nuestra humanidad, ha existido esta dualidad y por ello diversos filósofos han reflexionado son el tema el cuestión, el autocontrol, por ello Platón expresó claramente en su obra La República, ésta situación medular de la vida de toda persona: “en el alma del mismo hombre hay algo que es mejor y algo que es peor; y cuando lo que por naturaleza es mejor domina a lo peor, se dice que «aquel es dueño de sí mismo», lo cual es una alabanza” (Platón, La República, 431, a-e)
Debemos reconocer, que todos en algún momento hemos sido, Hombres Lobos y hemos hechos daño. Ahora bien, es nuestro deber con la humanidad tomar conciencia de nuestras flaquezas y pensar antes de actuar. Pues, es mejor enseñar los dientes con una sonrisa, que mostrarlo como perro rabioso.
Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo - Educador
“Es muy importante entender que la inteligencia emocional no es lo contrario de la inteligencia, no es el triunfo del corazón sobre la cabeza – es la única intersección de ambas.” (David Carusso)
1 comentario:
Excelente reflexion, tambien aplica para los vampir@s, bruj@s, duendes, etc
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