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jueves, 28 de agosto de 2014

No somos magos

No somos magos


Es común, darse un paseo por los diferentes canales de televisión y ver como (muchas veces) golpean  nuestro raciocinio  sin darnos cuenta y nos conducen a la involución del pensamiento. Apartando de nosotros la lógica y la ciencia.   Me refiero con esto a todo aquello que tiene que ver con lo mítico, a lo pre filosófico, lo pre científico,  al muy conocido pensamiento mágico. Este tipo de pensamiento se basa en creer que las cosas suceden porque sí, debido a una energía que circunda y mueve el destino de las personas. Desde que la primera persona se preguntó el porqué de las cosas, atribuyó a los elementos naturales poderes sobrenaturales. Lo ilógico es que en el siglo XXI, ha proliferado éste tipo de pensamiento en occidente de manera abrupta. Caso como el libro El Secreto, que trata de la ley de atracción, me hace pensar ¿qué beneficio obtiene una persona de moral elevada engañando a otra? ¿qué  sentido tiene jugar con las esperanzas de las personas? y el problema es que este tipos de falacias y pseudociencia son aceptadas por muchos. Les explico, es tan común ahora escuchar a personas estudiadas, pertenecientes a profesiones donde lo tangible y cuantificable es lo válido diciendo DECLARO PROSPERIDAD, como si esa frase por si sola fuera a cambiar la realidad. El pensamiento positivo es necesario en nuestra vida y en nuestra relaciones personales, pero ese declaro le sirve a magos al estilo del Mago Merlin, no a nosotros simples mortales, que ni tenemos varitas mágicas, ni tenemos esos poderes (que son muy bonitis y populares en la literatura), son palabras que se pierden una vez pronunciadas.  Bien decía  el filósofo Kierkegaard al afirmar que la gente se sirve a menudo del lenguaje para ocultar que carece de pensamiento. Duro Kierkegaard pero estoy con él.

En cambio si creo en el esfuerzo, en la constancia,  en la afrontar la vida día a día. En hacer todo lo posible, por lograr de cada día el mejor para uno mismo y para todos aquellos con quienes nos relacionemos en el transcurso del mismo. En cuanto a esto permítanme contarles dos casos de superación, que conocí cuando laboraba en el colegio del que les hablé en el articulo El Hombre Lobo existe, las dos personas laboraban como personal de limpieza de la institución.  La primera era una señora de 50 años de edad, a quien llamaremos Beatriz (para no pagar derechos de autor)  madre soltera, con hijos y nietos; el segundo un muchacho de 28 años a quien llamaremos Juan Carlos, padre y cabeza de familia con tres hijos y único sueldo en su hogar. Los dos tenían un sueño: ser maestros. Beatriz tenía para la sociedad la limitante de la edad, para Juan Carlos la carga familiar le dificultaba cancelar sus estudios. Pero ellos poseían algo que no es pensamiento mágico, poseían fe en si mismos y humildad para pedir ayuda. En ese tiempo se dió la oportunidad de cursar la carrera de docencia en una universidad pública mediante un plan de estudios a distancia. La noticia fue recibida por ellos con alegría y temor. Alegría pues era el sueño de sus vidas y temor de no saber si podrían alcanzarlo. Luego de reflexionar, conversarlo con sus familias y con sus amigos, decidieron aplicarse en los estudios superiores. Para ninguno de los dos fue fácil. Tuvieron que empezar a estudiar después de muchos años, era casi como comenzar de cero en algunas ocasiones, hubo que reacomodar la muy reacomodada economía familiar;  planificar para que las clases, el trabajo y la vida familiar no chocaran entre si. Los vi comenzar en tan bella y ardua aventura, pero luego una vez que cambié de trabajo no supe más de ellos.
 Al cabo de un tiempo en un colegio donde fui a dar un curso me encontré a la señora Beatriz, ahora era la maestra Beatriz.  Estaba facilitando el tema de la vocación docente y con toda la intención la nombré a ella como ejemplo de vida, buscando recibir el feed back.  Si pudiera narrar mediante las palabras el gozo que transmitía Beatriz al narrar su historia, el brillo de sus ojos, la sonrisa que te dice que se está realizando como persona, los gestos que demarcan fuerza y control de su vida. Ella nos contó su historia con la alegría de quien ha
encontrado su camino y está haciendo lo que le apasiona. Es impresionante como te llena el corazón escuchar a una señora mayor decir que se siente feliz siendo maestra y pidiéndole a la vida más años para seguir laborando. Ella estaba dando toda su vida en su vocación de maestra, en la edad en donde la mayoría de las personas ya se están jubilando o están soñando con jubilarse.  Por su parte supe de
 Juan Carlos, al encontramos en la web. Que alegría saber que estaba ejerciendo como maestro y luego ver las fotos que publicaba con sus estudiante, donde brotaban como en una fuente de bienestar la alegría,  el entusiasmo y la realización de esos niños que  junto al docente les encaminaba por el sendero del conocimiento y que estoy seguro que al igual que Beatriz les habla a los estudiantes con el ejemplo de su vida y les da razones para construir su proyecto de vida. Por eso es mejor construir la vida desde un  pensamiento positivo, con los pies puesto en la tierra y la mirada en el horizonte, que estar vociferando frases fruto del pensamiento mágico, conjurando la ley de atracción,  que lo único que puede atraer es a un escritor un poco sarcástico a veces, para escribir sobre el tema. De ahí que, pensamiento positivo, constancia, trabajo,FE en uno mismo SI, creerse el Mago Merlin NO.

Por cierto, Henry Ford, magnate de la industria automotriz, que nació en una granja, proveniente de una familia humilde,  dijo en una oportunidad:  Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes,  estás en lo cierto. Ciertas condiciones aplican, solo desde la psicología positiva se debe leer esto, no desde el pensamiento mágico. 

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador

viernes, 22 de agosto de 2014

No jugó con los niños y perdió


 No jugó con los niños y perdió

Hoy observé a mis hijos, pero como quien observa lo desconocido. Hice el esfuerzo de no verlos con los sentimientos de padre que me nublan el pensamiento, pues los amo tanto que no podría verlos, sin querer involucrarme al instante en sus juegos. Ellos bailaban,  corrían, saltaban, cantaban, preguntaban con  el asombro de un científico por realidades que para mi ser adulto son nimiedades y luego pensé, ¿que bueno es ser niño? Para ellos todo es nuevo, todo, absolutamente todo, existe desde el momento que ellos los disfrutan, por ejemplo: en estos dias al llegar del cine mi hijo Alejandro me preguntó: ¿papi cuándo eras niño existía el cine? Les confieso me sentí viejo, pero ese no es el punto de este artículo. Como les decía, todo es nuevo y cualquier caja puede convertirse en un robot, unas cosquillas pueden ser mejor que un parque de diversiones. Los niños son sencillos, y disfrutan la vida. Un signo de una niñez sana, es la sonrisa brillante en sus pequeñas caritas. Pero, ¿por qué esa sencillez se escurre de nuestras vidas? ¿por qué la sonrisa desaparece de nuestros rostros a medida que crecemos y "maduramos"?. Quién habrá grabado en el subconciente colectivo la falsa idea que la madurez es amargura, es andar con el ceño fruncido, es sonreir lo más mínimo. Con ello matamos el niño feliz que vive en nosotros. En diferentes formaciones que he recibido, los facilitadores nos han repetido, una y mil veces, sonrían, jueguen con los niños, admiren lo bello del día a día. Ese pensamiento no es nuevo, pero sigue alzandóse como una primicia en un mundo donde ser como niños es anómalo. El gran poeta chileno Pablo Neruda escribió: El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.  Los terapeutas aconsejan esto, los psicólogos, los psiquiatras y hasta el Papa Francisco ha dado el ejemplo, cuando dejó que un niño se le acercara en la homilía y lo dejó jugar.

Foto: Reuters
En algo estamos fallando como sociedad, cuando se nos repiten hasta la saciedad que disfrutemos la vida como los niños. Tenemos celulares, internet, televisores 3D y todos esos juguetes de grandes y aun asi, las personas siguen vacias, las gentes se siguen suicidando, cada dia hay más consumidores compulsivos, personas adictas al trabajo y pare de contar. Al compartir con un niño descubrimos que para ser feliz no hace falta nada, sólo agradecer que alguien que sabe que le ama está con él  en ese momento.


 
PD.  Escribí este artículo con mi hija menor que no me dejaba escribir bien, pues quería estar en mis brazos. No fue fácil, pero es un acto de amor.

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador

domingo, 17 de agosto de 2014

Robin Williams, una broma no cuesta nada

Robin Williams,  una broma no cuesta nada.

Ésta semana Hollywood se vistió de luto al conocerse la noticia de la desaparición física del gran actor Robin Williams.  Lo más triste de la noticia fue cuando se dio al conocer la causa del deceso, suicidio. En menos de una semana, han corrido ríos de tinta narrando el fatídico final o tan solo comentando la vida del muy conocido actor.

Es importante destacar que nadie toma la decisión de acabar con su vida así nada más,  vivir es muy bueno y el suicida atenta contra su vida porque los episodios de depresión le nublan la visión para divisar la bondad del vivir.
Mi objetivo al escribir éstas líneas no es juzgarlo o justificarlo, pero si recordar que Robin Williams siempre reconoció sus demonios (alcoholismo y drogadicción) y hacía mofas de ello siempre que lo entrevistaban. Él, como actor,  logró con la genialidad que lo caracterizaba desempeñar impecables interpretaciones tanto en el drama como en la comedia.  A mucho nos hizo reflexionar cuando interpretó  el profesor irreverente de la Sociedad de los poetas muertos, o la risas que nos reventaron los lagrimales en la comedia de Mrs Doubtfire, por nombrar dos de sus  múltiples películas. Algo que me llamó la atención fue leer una anécdota en estos días, resulta que Christofer Revee  (Superman de los 80) era amigo de Williams,  desde su época de estudiante en el Instituto donde cursaron actuación. Después del accidente equino que dejó parapléjico a Revee, Williams se hizo cargo de los gastos que el seguro no cubría y siempre estuvo atento de Christopher como uno más de la familia . Además de este gesto de solidaridad, que no es para nada simple, me impactó el conocer que momentos antes de una complicada operación de recolocación del cráneo en la columna, de la que Reeve sólo tenía un 50% de posibilidades de salir con vida, Williams se presentó por sorpresa en la habitación del hospital haciéndose pasar por un proctólogo ruso dispuesto a “hacer un examen rectal a Superman”. “Era un momento especialmente oscuro de mi vida y de repente abrió la puerta un tipo bajito con un gorro azul, bata quirúrgica y gafas que hablaba con acento ruso”, contó después Reeve. “Me reí por primera vez desde el accidente. Mi viejo amigo me ayudó a saber que, de alguna forma, todo iba a salir bien” (cinemania.es).  Esa forma de ayudar al amigo, con la creatividad y el talento que de él desbordaba,  me hizo recordar que una broma no cuesta nada.

Los estudiosos de la comedia saben que la misma, como manifestación del arte es límite en la apreciación y el gusto,  por ello agrada o no. Hay que personas que les gusta un comediante y a otras les  parece de  lo más aburrido del mundo. Pero, más  allá del agrado o no,  si algo he comprobado en mi vida es, que la sonrisa en la cara, contagia buenos momentos alrededor de quien la lleva. Permítanme contarles una anécdota: como un  sello personal cuando compro o adquiero algún bien o servicio que no es consumible en el momento utilizo la frase de la comida fats food  !Por favor para llevar! Eso aplica a un bombillo, un jabón de baño, entre otros. Eso lo hago tanto por mis problemas psicológicos (así dicen algunos),  como también por una cruzada personal para interactuar con los cajeros y cajeras que muchas veces son vistos más como máquinas que como personas (hay muchos  clientes que ni dan las gracias por los servicios prestados). Innumerables veces  he pronunciado la frase para llevar por favor  y he recibido: risas, miradas desconcertadas, miradas inquisidodoras, dialogos vivaces con la famosa respuesta  no si quiere se lo come aquí, pero de todas ellas la que más me ha llegado al corazón y me anima en esta cruzada fue la experiencia que tuve en un supermercado hace alrededor de un año. Eran cerca de las cinco de la  tarde y en el momento que me estaba chequeando un paquete de pañales lancé la frase por favor para llevar, en ese momento la cajera sonrie y luego de una breve risa entre alegre y melancólica me dijo: señor gracias, porque en todo el día no me había reído por estar pensado en todos los problemas que llevo encima. Les confienso que yo no supe que decir, recuerdo que me sonreí con ella, le di ánimo y al llegar al carro, con el corazón chiquito pensé: cuánto alcance puede tener una broma. Ese episodio me animó en seguir esta pequeña cruzada que ojalá otros la asuman, pues no sabemos el alcance que tienen esos pequeños detalles en la vida de los demás. Por eso, igual que el buen Robin Williams le jugó la broma su amigo Christopher Revee, nosotros debemos mirar mas allá ,  pensar que una broma no cuesta nada.

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador

La prueba más clara de la sabiduría es una alegría continua.
Michel de Montaigne

miércoles, 6 de agosto de 2014

Dame una corneta y moveré el tráfico




 Paciencia.  Virtud que tanta falta hace en nuestra humanidad, pues, estamos sumergidos en  metrópolis congestionadas,  donde muchas personas viven a plenitud su individualismo y el estrés le carcome su existencia. Hay quienes piensan que  su mundo es el que importa, que sus problemas son los únicos. Que nadie está pasando por lo que ellos pasan. En fin, vivimos en medios de una psicosis colectiva, donde cada quien hace lo suyo, sin pensar en los demás. Uno de los episodios más comunes donde se observa los comportamientos de esta psicosis es actitudes toman la gente al conducir y sobretodo la manera de tocar la corneta con agresividad e impaciencia. 

Kant, filósofo que admiro tanto por sus ideas como por su  persona, pues era de una moral impecable,  escribió en una oportunidad la paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia es la debilidad de fuerte
Qué pensaría Kant al ver como son los ciudadanos frente al volante? No se, pero, de pensar que hubiese estado conmigo  ayer, cuando tuve la dicha, en plena hora pico, de disfrutar un embotellamiento vehicular, me da risa. En fin, el tráfico había colapsado debido a una colisión entre dos carros,  que si bien era menor abarcaban prácticamente toda la vía. Disfruté con gran emoción ese momento donde cada conductor tocaba con ímpetu y destreza su corneta, me imagino buscando hacer con los otros vehículos acordes y melodías. Esa experiencia musical sólo se compara con un concierto de Yanni o de la Orquesta Sinfónica de Venezuela. Cual orquesta de cámara,  los autos a mi alrededor, entonanban con bemoles, sostenidos y tonos mayores. Claro, lo más importante es, que el carro que tenía atrás le tocó en varias oportunidades ser solista, creo que era primera corneta (algo así como primer violín en las orquestas, es decir, el que mejor ejecuta el instrumento y por ello le corresponde las piezas más largas). Lo interesante fue, que en medio de todos esos acordes y melodías,  recordé a Arquímedes (físico,  ingeniero, inventor de la antigua Grecia)  cuando expresó: Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo, para hacer referencia a la palanca y su capacidad de mover grandes objetos y  pensé: ¿es que los choferes tienen la seguridad que tocando las cornetas van a mover el  tráfico? ¿Será que alguna persona con una mente malvada y siniestra les enseñó la frase: Dame una corneta y moveré el tráfico? Porque déjenme decirles que no consigo otro pensamiento que me explique el porqué tocar con tanta animosidad el claxon, pensando que con ellos los autos se moverán. En el tráfico, lo único que sirve para sobrevivir es la paciencia.

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador


La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte.  Immanuel Kant Filósofo Alemán. 


sábado, 2 de agosto de 2014

Un instante

Un instante


Todos los días mencionamos el tiempo. Hay veces que reflexionamos sobre él, comúnmente no quejamos de lo rápido o lento que pasa y miramos con desdén las manecillas implacables del reloj, que no tienen conexión afectiva con nadie y por nadie se detienen y a nadie esperan.

Ese tiempo, querido y odiado a la vez, puede ser concebido desde tres perspectivas distintas, el tiempo cosmológico (que puede ser medido con el reloj), el tiempo biológico (es la percepción personal de como transcurre el tiempo, lento o rápido ) y  el tiempo histórico (se va guardando en nuestra memoria, y forma nuestra personalidad y cosmovisión).


Hace unos años, en una charla con un grupo jóvenes de aproximadamente 15 años de edad. Uno de ellos, a quien llamaremos Marcos, compartía (con la profundidad que suelen tener a esa edad y de la cual pocos percatan) sobre lo que llamo,  la relación tiempo-soledad. Marcos nos contó que el tenía en su cuarto todas las comodidades, para un joven de su edad: consola de juegos, blu ray, un súper televisor y su guitarra. Para cualquier muchacho de escasos recursos sería la habitación ideal, pero para él, no era nada. Porque, ese recinto, no le llenaba el vacío que sentía. Este joven se sentía solo, sus padres empeñados en acumular capital, encargados de sus negocios, en estar ocupados de sus "asuntos", no pasaban casi tiempo con él. Eso si, todo lo que Marcos les pedía se lo daban. Nos comentaba, con sus ojos vidriosos y vos solloza,  que sabía que sus padres les amaban, pero no se lo demostraban con gestos de cercanía, es decir, con acciones tan simples y profundas como un abrazo, un beso o simplemente sentarse a charlar. Era triste escucharlo decir: yo sé que me aman, pero conmigo no conversan, yo sé que de mi se preocupan, pero lo único que me preguntan es por los estudios, pareciera que no les interesa nada mas además de mis calificaciones. Siento que no me conocen, siento que no saben que me pasa. A veces pienso que no les importo, no se, pero así me siento. Tengo una lista de preguntas que hacerles, porque mis amigos no tienen las respuestas. Me siento solo. Este jovencito con su experiencia me hizo recordar a la feminista española Concepción Arenal y su frase El amor es para el niño como el sol para las flores; no le basta pan: necesita caricias para ser bueno y ser fuerte.


Tiempo y soledad no es lo común en un joven, es mas bien signo de la vejez. El gran Gabriel García Marquez decía que "el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad". El tiempo, los años preparan a la persona a vivir su vejez con la soledad, que a veces viene de la mano con la senectud. No así es la juventud, ella es la etapa de los amigos, de las bromas, del bullicio y la algarabía. Pero, Marcos se sentía solo, pero Marcos no estaba preparado para la soledad, no estaba preparado para pasar tanto tiempo solo. Su tiempo biológico hacía que el viera pasar el tiempo lentamente, pero lo más triste es que en su tiempo histórico él era otro joven abandonado de ésta sociedad, otro niño huérfano con padres.



Los adultos tenemos la falsa idea que si trabajamos lo suficiente, si estamos produciendo suficiente dinero, si le damos a nuestros hijos todos sus caprichos, ellos serán felices. Resulta que la realidad es otra, los hijos se aburren rápido de los regalos, pero lo único que perdura  y es gratis, es el amor. Por otra parte, debemos superar nuestra inconformidad y aceptar nuestro presente. De hecho, Albert Einstein decía que un hombre feliz está demasiado satisfecho con el presente como para obsesionarse con el futuro.  Hay que asumir el compromiso con nuestra historia y con la historia que estamos escribiendo a través de nuestros hijos, agradecer el presente que vivimos, disfrutar en familia cada momento y reconocer que no somos efímeros (bueno a menos que lo quieran ser), somos trascendentes. Hay que vivir, disfrutar y agradecer cada momento que estemos en ésta vida, que estemos en familia, porque la vida se pasa en un instante.

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo - Educador









Post data: todo lo anterior es cierto, pero Ralph Waldo Emerson (poeta y pensador estaunidense) escribió  "Jamás ha habido un niño tan adorable que la madre no quiera poner a dormir".