Sin la amistad, el mundo es un desierto
Sir Francis Bacon (Filósofo y estadista británico)
En la sociedad 2.0, la comunicación entre lejanos es algo tan tangible como estrechar la mano en un saludo cotidiano en el mundo físico. Las redes sociales han llevado al encuentro de personas que se habían alejado en el tiempo y la distancia. Desde ya algunos años atrás el Facebook nos creó la ilusión de tener un millón de "amigos", pero a su vez nos demostró lo interconectados que estamos, pues mi amigo es amigo de una amiga que yo no sabía que eran amigos (esto sólo lo entiende quien está en Facebook desde sus orígenes), pero más allá de ésta interconexión y hago con esto un poco de historia, la red social sirvió para realizar grupos y reencuentros de ex-alumnos, de egresados, de pueblerinos que marcharon a las grandes ciudades y nunca más se volvieron a ver. Esos eventos tuvieron gran auge en años anteriores.
Posteriormente, los encuentros han ido bajando en frecuencia ya todos están conectados (o así parece ser) y como que ya se le perdió la gracia. Recientemente una amiga de la infancia me escribe por el messenger del Face que estaban haciendo un grupo de Whatsapp de los compañeros de estudios de la infancia. Antes de seguir tengo que explicar que la escuela donde asistimos pertenecía a una empresa cementera y en ella estudiábamos desde preescolar hasta sexto grado (fin de la primaria en Venezuela), los alumnos que allí asistimos eramos hijos de los trabajadores de la empresa. Allí el hijo del jefe, del obrero, del contador o del maestro de la escuela aprendía y convivían en una aula de clase donde no había distinción de clases, ni género, raza o estatus social. Todos fuimos compañeros, amigos y hermanos, nuestros padres trabajaban juntos y a su vez eran compañeros y amigos. El resultado de esa interacción aunada a la conducción de los grandes maestros y maestras que tuvimos fue que la escuela era verdaderamente una extensión del hogar pues en ella nos sentíamos en familia.
Volviendo al presente, como les comentaba mis queridos lectores, me informan que se estaba formando un grupo de whatsapp y el objetivo era realizar un encuentro de ex alumnos. Cada vez que aparecía un número nuevo que iba acompañando por un nombre de esos compañeros de antaño, se despertaban áreas de la memoria que permanecían dormidas en estado latente como si esperasen ser despertadas para inundar el cuerpo con dopamina (neurotransmisor que ayuda en la sensación de bienestar y felicidad) y motorizar los músculos de nuestro rostros para producir sonrisas naturales y gratificantes. El grupo se creó y en ese intercambio de comentarios, anécdotas y recuerdos, se fueron añadiendo nuevos - viejos integrantes pues sus contactos telefónicos fueron conseguidos en algunos casos al mejor estilo de CSI.
El día del encuentro llegó, algunos no pudimos asistir otros ya se encuentran fuera del país desde hace ya algunos años. La alegría junto con la nostalgia de aquella infancia feliz, inundaba en frases y fotos en el grupo virtual. Días después nos reencontramos, en esa oportunidad pude asistir y allí fue donde en medio de tanta alegría re-descubrí que la amistad supera el tiempo y el espacio. En ese lugar estábamos sentados amigos que algunos casos teníamos veintidós años sin vernos, más la confianza y el afecto con el que interactuamos era como si nunca hubiéramos estado lejos. Allí estuvimos sin ostentar títulos académicos, pertenencias o capital acumulados. Nada de eso ocurrió, pues quienes compartieron no eran más que los chiquillos que crecieron juntos y son amigos en la distancia, que aunque en muchos casos no han compartido mucho en su historia posterior a la primaria se sienten familia.

Agradezco la infancia que tuve, me enorgullece haber estudiado en esa escuela, que más allá de la calidad académica que sentó bases en mi formación profesional, me entregó un puñado de amigos que se extiende en el tiempo y en el espacio con el cariño que sólo se aprende en la familia. Si luego de adulto he aprendido a ser amigo, he allí en el lapso de tiempo llamado escuela donde se forjó las raíces de una personalidad que tiene como referente que amigo es ser familia. Un gran filósofo inglés llamado Francis Bacon, escribió "sin la amistad, el mundo es un desierto" y no sé ustedes pero yo estoy de acuerdo con él.
Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador
No hay comentarios.:
Publicar un comentario