Este blogs ha sido visitado el número que lees abajo. Gracias se escribe pensando en ustedes.

lunes, 23 de febrero de 2015

Conflictos, peleas y discusiones. Depende del cristal con que se mire


Conflictos, peleas y discusiones. Depende del cristal con que se mire


La percepción, es la capacidad de recibir por medio de todos los sentidos, las imágenes, impresiones o sensaciones para conocer algo, la cual genera un proceso donde la persona selecciona, organiza e interpreta los estímulos, para darle un significado a algo. En fin, es tan subjetivo que solo quien observa o mira es capaz de decir lo que ve y cual es el sentimiento que en el produce.

Cuantas veces, a lo mejor, no les ha pasado que estando en lugar, al cual se ha ido muchas veces, mirando algo que parece nuevo decimos: mira ¿esto es nuevo? y te responden ¡no si esto tiene aquí como nueve años!

Un caso particular y científico, es el hecho que los psicólogos utilizan imágenes para acceder al inconsciente de las personas. De ahí, que según lo que ve cada quien en las imágenes que le presentan, será la respuesta que dará y el psicólogo sacará sus conclusiones a partir de la percepción del individuo.


Muy similar es la situación tan común en los hijos y esposos ¡que nunca encuentran nada! (me incluyo), palabras más, palabras menos, es la frase preferida por millones de madres y esposas en el mundo sin importa idioma, raza, cultura o religión cuando su descendencia masculina o su compañero de vida necesitan ayudan para encontrar, por ejemplo, la camisa para ir al trabajo y según ellas está simple vista.

Hay personas que no distinguen los colores (daltonismo), como la mayoría de las personas y tienden a  confundir un color con otro.

Existen gestos que varían de una sociedad a otra. En Europa existe la tradición que los caballeros se saludan  con un beso en cada mejilla. En Venezuela, eso sólo se hace entre mujeres y cuando un caballero saluda a un dama. Ahora bien, en el hipotético caso  que un español llegase a este país suramericano, sin ninguna idea que la costumbre de saludar aquí es distinta a la de su país entre los hombres (es decir, más perdido que San Nicolás el día de las madres) y saludara a un oriundo con un beso en la mejilla, les aseguro que no podría dar el otro beso antes de recibir una descarga de violencia verbal y física por parte del saludado. Pues nos encontramos aquí, frente a dos percepciones diametralmente distintas, producto de las cultura de origen de cada individuo.

Es interesantísimo como gestos, palabras, situaciones son vistas de diversas formas, en diversas culturas y países. Hasta en el mismo hogar, frente a un acontecimiento una percepción del hecho  tiene el papá, otra la mamá, otra la hija adolescente y otra el hijo de siete años de edad. En fin, cada quien ve (percibe) lo que puede, quiere y su cerebro le permite ver. Entonces, si somos tan diferentes porque nos empeñamos en que sólo existe un lado de la verdad. La verdad es una, pero se construye entre todos. Todos tenemos acceso a una parte de la verdad. La verdad es algo más complejo que decir esto es blanco o negro. En la ciencias exactas la verdad es real y verificable (matemática, física, química), pero en el mundo cerebral de las personas la verdad le pertenece a cada quien.

Teniendo esto en cuenta nos preguntamos ¿Cuántas discusiones, impases, guerras, conflictos no hubiesen ocurrido, si se reconociese que el otro tiene también su verdad? Apegado a ello, cuando vayamos a entrar en confrontación con otra persona, hagamos un alto y pensemos. ¿Cuál será su verdad? ¿Qué estará viendo que yo no veo? ¿Qué proceso lógico utilizó para generar estas inferencias? Es recomendable tratar de mirar desde el otro, recordar que somos seres único, que cada quien percibe de manera distintas las situaciones, que la verdad la construimos entre todos y que cada quien ve dependiendo del cristal con que se mire.

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador

martes, 10 de febrero de 2015

Corazón infinito

Corazón infinito

En muchas oportunidades le he dicho a mis alumnos que me gustaría que ellos estuvieran en el presídium  en el acto de grado para que vean la cara de satisfacción de sus padres. Es tan notorio en más de uno el proceso de secreción de las glándulas salivales y su producto en conjugación con la fuerza de gravedad (traducción: se le cae la baba por los hijos). Eso personalmente lo admiro, y reconozco que a mi también me pasa con los pequeños grandes logros de mi hijos (que todavía están chiquillos), y comprendo esa emoción de satisfacción, orgullo y alegría. Claro ejemplo es el de una madre que ve a su hijo alcanzar una meta, agradece a la vida por el triunfo obtenido, pero a su vez mira esa meta como un logro personal. Recientemente les decía a mis padres que ya llevaban siete títulos académicos y es que cada título de un hijo es a su vez de su madre y/o de su padre, porque nadie nace solo o se hace solo. Siempre hay alguien a quien le debemos, siempre hay que agradecer.
 
 

Por otra parte, las desdichas de los hijos también son las de sus padres, y particularmente en la sociedad venezolana -que es matriarcal por antonomasia- de las madres. Conozco el  caso de una madre que vendió su casa para mudarse a una ciudad a 10 horas de su residencia de toda la vida para estar cerca del hijo que está pagando condena en la cárcel. Demasiados padres y madres sufren de depresión como producto de las preocupaciones por los problemas de sus hijos. En alguna oportunidad escuché que el amor de los padre hacia los hijos es incondicional,  pero el amor de los hijos a los padres es condicionado. Ésta frase se ha convertido en una verdad en mi vida, de manera muy especial a partir del momento que empecé a ser papá (por cierto tengo tres hijos, todos pequeños y es una locura la casa... pero FELIZ), pues es una verdad como que el sol ilumina, que uno dejaría de comer para que un hijo coma, que un verdadero padre, una verdadera madre daría su corazón, para que el hijo viva.
 
 
 Pensando en ello, en las alegrías y en las tristezas, en los triunfos y en los fracasos de las personas y en como afecta la vidas de tantas madres, de tantos padres, le dije a mi esposa en medio de una conversación en estos días: ni siendo los mejores hijos, nunca podremos ser lo suficientemente agradecidos del amor que nos profesan nuestros padres. Pues cuando se tiene un hijo, en las buenas personas el corazón se agranda, a tal punto que el amor por los hijos convierte un corazón humano y mortal en un Corazón Infinito.
 
Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador