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domingo, 26 de octubre de 2014

Mal diagnóstico

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En un mundo donde los síndromes  y trastornos están las orden del día, es más  fácil  dopar un niño que acompañarle  en su proceso educativo. Los niños  siempre han corrido, siempre  han sido inquietos, pero nunca han sido tan estimulados como ahora. La internet, los programas educativos (y también los violentos), los dipositivos electrónicos llenos de aplicaciones, los videos juegos y pare de contar. Con toda esa información  y tecnología en sus cerebritos, les produce un choque existencial al llegar a la escuela y estudiar en un  salón  de clases y que mantiene  la misma estructura  de aula (o jaula) que no ha sido modificada  en siglos, con los pupitres inmóviles, la pizarra que dista mucho de ser interactiva, y unos maestros  que algunas veces parecen más generales de tropas, que pedagogos. Con toda ésta realidad, hay más  de un niño que se aburre y hace aquello por lo cual cuando era bebé  estabamos orgullosos, caminar y hablar. El problema es que  lo hace en el salón  clases y la educación  como está  concebida  en la actualidad   no lo permite. Es entonces cuando se diagnostica el TDAH, Transtorno de Atención  e Hiperactividad.

Tengo un amigo -con el cual compartí  varios años en mis estudios universitarios-  que es artista plástico y digital. Era impresionante  disfrutar su percepción del mundo. En las materias que se aburría se las pasaba pintando, pero si el profesor le preguntaba contestaba como quien está  tomando apuntes  con suma atención.  En la actualidad sigue ejerciendo el arte, da conferencias, es una eminencia en las redes sociales, y como persona altruistas ha hecho mucho bien. Gracias a Dios no estaba de moda el TDAH, porque lo hubieran dopado y sería  otra la historia.

Otro  amigo, desde siempre ha experimentado una alegría constane en su vida, él  la describe como un estado de emotividad casi permanente ,  por tal razón  se le ha hecho  fácil  encontrar  lo bueno de la vida. La sonrisa forma parte de su rostro, y se le hace fácil sacar risas de quien se tropiece  con él.  En  la actualidad es escritor, educador, dicta cursos, conferencias. Le apasiona la docencia y sus alumnos  disfrutan su presencia y sus clases, a tal punto que les escriben  cuando se ausenta. Me contó que en una oportunidad, cuando tenía quince años,  iba a ingresar a una institución que era muy exigente y aunque había  pasado todas las pruebas, el rector de la institución  le dijo a su padre que estaban pensando si  dejarlo  entrar o no, porque era muy travieso y hablador. Su padre enfáticamente respondió que si pensaba cambiarle la personalidad  a su hijo,  era mejor no dejarlo entrar, porque su hijo  con su forma de ser, no le hacía  daño  a nadie. El papá  sin premeditarlo sentó  las bases de una personalidad libre y desinhibida. Que bueno que no estaba a la orden del dia el  TDAH,  mi amigo llevaría  alrededor de 18 años  consumiendo  tranquilĺizantes.

Ahora bien, desde la ignorancia  que me caracteriza  ( Sólo  sé que no se nada, diría  Sócrates), disto  mucho del TDAH, considero que la educación debería  acompañar  a éstos  niños que son especiales, que tienen un pensamiento  acelerado, que no pertenencen al monton, con estrategias  que les lleven a encontrarse con su pasión en vez de estar dopándolos con medicamentos para que se queden quietos. Me pregunto será que en el futuro el TDAH, será  estudiado como otro error de la ciencia, así como hoy vemos la lobotomía?

Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador


PD. En una página  pro TDAH aparece personajes con éste  síndrome: Michael  Phiels  (múltiple medallista olímpico  en natación), Albert Einstein  (me suena el nombre, pero no encontré información acerca de ese señor), Leonardo Da Vinci (la mente más  prolífica del Renacimiento, anatomista, arquitecto, pintor, inventor, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, musico, poeta y urbanista. Si paso por alto algún  oficio, que me perdone Da Vinci), Tomás Alva Edinson (conocido por ser el creador de la bombilla eléctrica, pero además posee el mayor número  de patentes registradas, era conocido como el Mago, por su capacidad de inventiva). Sólo nos queda darle gracias a Dios que no fueron estigmatizados con el TDAH, porque otro sería  el mundo si esas mentes e inteligencias magníficas las hubieran mutilado con medicamentos tranquilizantes.

viernes, 10 de octubre de 2014

Docencia, hipnosis y estímulo

Docencia, hipnosis y estímulo.


En algún momento  de nuestra  infancia descubrimos la hipnosis en alguna  película, dibujo animado o serie, en la cual se utilizaba el control mental como argumento para dormir  a una persona o poseer el control de su voluntad.
Hay seres que poseen la capacidad de hipnotizar a las multitudes y no estoy hablando de los magos y prestidigitadores, hablo de algunos maestros que apenas abren su boca logran que sus alumnos entren como por arte de  magia  en estado de letargo, o dormición.

Siempre me he preguntado ¿es que estos maestros no se dan cuenta que el  público (alumnos) se están durmiendo? Es notorio que hay veces que uno como alumno ha pasado mala noche o está enfermo y tiende a realizar el famoso cabeceo, que es el movimiento oscilante y no premeditado de las personas que entran en un proceso de sueño estando sentado. Pero específicamente me refiero al hecho de aquellos profesores que parecieran tener un profundo somnífero en la garganta, pues no han terminado de dar su saludo de entrada a la clase, cuando más de la mitad de los alumnos se encuentra luchando con el sueño.

Yo he tenido más de un docente así y a ellos les doy gracias,  porque soñé mucho en sus  clases. En el siglo XVIII , Goethe escribió "la juventud quiere mejor ser estimulada que instruida". Cierto y profundo el pensamiento de este literato, pero a la vez es triste que tres siglos después, quienes trabajamos con jóvenes todavía no le hagamos caso.

Cuando hablamos de estimular, pensamos bien en incitar, ayudar para que algo suceda, mas sin embargo, la primera definición de la RAE tiene que ver con su raíz latina, y es aguijonear, pichar o punzar, ese es el verdadero estímulo. Un docente estimula cuando con sus palabras, con sus gestos, con su vida pincha en el pensamiento de sus alumnos para que se activen y entre en el movimiento del pensar, del descubrir, del hacer. Eso lo hizo Sócrates, a través de la mayéutica (el arte de dar a luz a las ideas), eso lo hizo Jesús con sus discípulos, hablándoles en parábolas y eso lo hacen los grandes maestros que disfrutan dando clases y quieren que sus alumnos encuentren la verdad por sí mismos. Sólo se estimula, cuando (a) los alumnos hacen conexión emocional con el docente (que los alumnos reconozcan al docente como una persona que les importa sus pupilos), (b) cuando el docente tiene autoridad, y no hablo de poder sino de la autoridad de quien como Jesús lo que  decía  lo hacía, (c) cuando el docente posee buen humor y en su clase sin ánimo de convertirla en un circo, es para los estudiantes un espacio donde se disfruta aprendiendo y (d) cuando el alumno se siente persona en ese espacio de aprendizaje, donde él  importa, donde no es un número más, donde no es una calificación, donde no es un cliché o etiqueta, en ese lugar donde se posiciona como un ser, como un alguien y puede expresarse libremente y crecer en compañía de iguales.

Ahora bien, para algunos esto es utopía, para mi es realidad. Tengo amigos docentes a quienes los alumnos les llaman cuando no van a clases porque extrañan la materia, también colegas que estudiantes de otras secciones entran a sus clases porque son muy buenas y así varios ejemplos. Por eso considero que si es posible, y cuando Goethe habló de estímulo, se refirió a su época, pero como todavía la situación sigue igual, pareciera que le hablara al siglo XXI.  Lo interesante de todo esto, es que todos  somos maestros, porque siempre alguien podrá aprender de nosotros. De ahí que sea tan importante la frase de Goethe: "la juventud quiere mejor ser estimulada que instruida". Estimulemos más, instruyamos menos.

Gustavo Córdova Rodríguez 
Filósofo y Educador 

Colofón: gracias a todas esas personas que han sido para mi maestros, de quienes he aprendido y sigo aprendiendo. Quien quiere enseñar, si tiene humildad y amor lo hace. Por eso gracias, algunos ya no están en esta vida, otros los encuentro en la virtualidad  del ciberespacio y otros comparten conmigo el día  a día. A todos ellos, gracias.