En un mundo donde los síndromes y trastornos están las orden del día, es más fácil dopar un niño que acompañarle en su proceso educativo. Los niños siempre han corrido, siempre han sido inquietos, pero nunca han sido tan estimulados como ahora. La internet, los programas educativos (y también los violentos), los dipositivos electrónicos llenos de aplicaciones, los videos juegos y pare de contar. Con toda esa información y tecnología en sus cerebritos, les produce un choque existencial al llegar a la escuela y estudiar en un salón de clases y que mantiene la misma estructura de aula (o jaula) que no ha sido modificada en siglos, con los pupitres inmóviles, la pizarra que dista mucho de ser interactiva, y unos maestros que algunas veces parecen más generales de tropas, que pedagogos. Con toda ésta realidad, hay más de un niño que se aburre y hace aquello por lo cual cuando era bebé estabamos orgullosos, caminar y hablar. El problema es que lo hace en el salón clases y la educación como está concebida en la actualidad no lo permite. Es entonces cuando se diagnostica el TDAH, Transtorno de Atención e Hiperactividad.
Tengo un amigo -con el cual compartí varios años en mis estudios universitarios- que es artista plástico y digital. Era impresionante disfrutar su percepción del mundo. En las materias que se aburría se las pasaba pintando, pero si el profesor le preguntaba contestaba como quien está tomando apuntes con suma atención. En la actualidad sigue ejerciendo el arte, da conferencias, es una eminencia en las redes sociales, y como persona altruistas ha hecho mucho bien. Gracias a Dios no estaba de moda el TDAH, porque lo hubieran dopado y sería otra la historia.
Otro amigo, desde siempre ha experimentado una alegría constane en su vida, él la describe como un estado de emotividad casi permanente , por tal razón se le ha hecho fácil encontrar lo bueno de la vida. La sonrisa forma parte de su rostro, y se le hace fácil sacar risas de quien se tropiece con él. En la actualidad es escritor, educador, dicta cursos, conferencias. Le apasiona la docencia y sus alumnos disfrutan su presencia y sus clases, a tal punto que les escriben cuando se ausenta. Me contó que en una oportunidad, cuando tenía quince años, iba a ingresar a una institución que era muy exigente y aunque había pasado todas las pruebas, el rector de la institución le dijo a su padre que estaban pensando si dejarlo entrar o no, porque era muy travieso y hablador. Su padre enfáticamente respondió que si pensaba cambiarle la personalidad a su hijo, era mejor no dejarlo entrar, porque su hijo con su forma de ser, no le hacía daño a nadie. El papá sin premeditarlo sentó las bases de una personalidad libre y desinhibida. Que bueno que no estaba a la orden del dia el TDAH, mi amigo llevaría alrededor de 18 años consumiendo tranquilĺizantes.
Ahora bien, desde la ignorancia que me caracteriza ( Sólo sé que no se nada, diría Sócrates), disto mucho del TDAH, considero que la educación debería acompañar a éstos niños que son especiales, que tienen un pensamiento acelerado, que no pertenencen al monton, con estrategias que les lleven a encontrarse con su pasión en vez de estar dopándolos con medicamentos para que se queden quietos. Me pregunto será que en el futuro el TDAH, será estudiado como otro error de la ciencia, así como hoy vemos la lobotomía?
Gustavo Córdova Rodríguez
Filósofo y Educador
Filósofo y Educador
PD. En una página pro TDAH aparece personajes con éste síndrome: Michael Phiels (múltiple medallista olímpico en natación), Albert Einstein (me suena el nombre, pero no encontré información acerca de ese señor), Leonardo Da Vinci (la mente más prolífica del Renacimiento, anatomista, arquitecto, pintor, inventor, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, musico, poeta y urbanista. Si paso por alto algún oficio, que me perdone Da Vinci), Tomás Alva Edinson (conocido por ser el creador de la bombilla eléctrica, pero además posee el mayor número de patentes registradas, era conocido como el Mago, por su capacidad de inventiva). Sólo nos queda darle gracias a Dios que no fueron estigmatizados con el TDAH, porque otro sería el mundo si esas mentes e inteligencias magníficas las hubieran mutilado con medicamentos tranquilizantes.